Los prerrafaelitas, vanguardistas victorianos
La apasionante historia de la sociedad secreta más famosa del arte.
A mediados del siglo XIX el Reino Unido era un aburrimiento. El arte era insoportablemente académico, victoriano, frío. La creatividad no brillaba precisamente y los jóvenes creadores se marchitaban en la rigidez del almidón. Los artistas se habían rendido a la vulgaridad.
¿Todos los artistas…? No.
Tres jóvenes estudiantes de la Royal Academy llamados Millais, Hunt y Rossetti se empiezan a reunir en casa del primero para crear una sociedad secreta: la Hermandad Pre-rafaelita (The Pre-Raphaelite Brotherhood) o P. R. B. y cambiar un poco las cosas.
Tres amigos, tres artistas totalmente distintos en cuanto a actitud vital y estilo, pero que juntos consiguieron enfrentarse a los obstáculos y hacer avanzar un arte anclado en el pasado durante demasiado tiempo.
Tres hermanos que acogieron en su hermandad a un grupo de gente de lo más talentoso (modelos, mecenas, críticos y demás fauna), que los ayudaron en sólo cinco años a quedar grabados de forma indeleble en las páginas de la historia.
Esta es la historia de la irrepetible Hermandad Pre-rafaelita:
La revolución pre-rafaelita
1848 fue un año revolucionario: insatisfacción social y política, demandas democráticas, la lucha obrera, la libertad de expresión… En tal contexto tres amigos, hambrientos en todos los aspectos de la palabra, y cansados de la pintura académica, deciden hacer su propia revolución.
Este año tiene lugar la primera reunión y se dejan claros varios puntos. Para empezar el nombre, que hace referencia al arte realizado antes de Rafael, sobre todo el arte medieval y el de los primitivos italianos, un arte que consideraban libre de cualquier amaneramiento académico. Un arte puro.
Porque la libertad lo era todo para estos jóvenes rebeldes. Y para ser libres necesitaban poder expresar ideas auténticas y sinceras. Buscar lo extraordinario en lo ordinario. El objetivo era que, una vez seleccionadas estas ideas, habría que buscar la perfección en la creación de pinturas y esculturas.
El enigmático Dante Gabriel Rossetti “medio italiano, medio loco” se erigió como el líder natural del grupo. Su carisma era indiscutible y con su poder de persuasión y charlatanería logró salvar el pescuezo en más de una ocasión. No pagaba Debía dinero, debía encargos, pero para él sólo existían noches de juerga y sus dos grandes pasiones: las mujeres pelirrojas y los animales exóticos. A menudo se dejaba ver con armadillos o wombats y era habitual del zoo de Londres, donde pasaba horas estudiando a los bichos.
El jovencito John Millais era el niño prodigio. En cuanto a técnica, sin duda era el más talentoso de la hermandad. Millais era tan bueno que con 4 años ya pintaba obras más que notables. Un brillantísimo artista que tenía un futuro prometedor, aunque algunos pensaron que estaba echando a perder su carrera por andar con malas compañías.
William Hunt era el espiritual, pero también el bruto. Le apodaban “el maníaco” y casi prefería el boxeo que la pintura. Sin embargo sus pinturas muestran una sensibilidad sorprendente y una ejecución de una delicadeza impropia del arte pugilístico. Cuadros que muestran temáticas sociales, pinturas con referencias literarias y mucho simbolismo religioso, o sencillas escenas de la vida cotidiana que Hunt pintaba con gran atención al detalle, y mostraban un colorido muy vivo y elaborado.
Nace un nuevo arte
Heterogéneos e individualistas, era difícil encajar a los tres artistas estilísticamente. Las temáticas varían, desde asuntos de la vida moderna, episodios inspirados en la literatura o escenas religiosas. La época medieval estaba de moda en esos años, y también decidieron revisitarla e idealizarla un poco. Los temas artúricos o alguna obra de Shakespeare, por ejemplo, eran perfectos para ello. Quizás la Edad Media como la conocemos hoy en día fue en parte invención de los pre-rafaelitas.
Lo que sí los unía era su manera de arremeter contra los convencionalismos victorianos y sus ideas apolilladas sobre la cultura, la sociedad y la moral. ¿Y por donde debe empezar un artista si está a punto de cambiar el mundo…? Pues por el centro mismo de ese mundo, la intocable Royal Academy. Estos iconoclastas no dudaron en deshonrar a la institución siempre que podían, burlándose de su acartonamiento y sus cuadros oscuros y muertos. Y por ello, todo el establishment se opuso activamente a los esfuerzos prerrafaelitas por anular el status quo.
Influencias
La hermandad buscaba ante todo integridad espiritual y creativa que creían que se había perdido con la llegada del Cinquecento. Por ello practicaron una pintura basada explícitamente en la del del Quattrocento, con sus colores brillantes, pero incorporando símbolos por todas partes.
Y por supuesto, todo bajo el tamiz del romanticismo, del que adoptaron no sólo la individualidad y el idealismo, sino también la forma de ir a contracorriente.
Los pre-rafaelitas se inspiraron en el arte de los primitivos italianos, pero también tomaron cosas, por supuesto, de William Blake, un místico, visionario que hacía arte a su manera; y de otra especie de secta artística alemana: los nazarenos, que intentaban hacer un arte tan espiritual y honrado como el que se hacía en la Edad Media.
En las primeras reuniones los jóvenes ven que la cosa lleva a algo importante, y se emocionan. Para ellos estos cuadros serían el arte del futuro. Temperamentales, hacen un pacto y deciden firmar su obra como P. R. B. sin explicarle a nadie su significado.
Al principio se especuló de todo con respecto a las iniciales. Desde “Please Ring Bell” hasta “Penis Rather Better”… Pero ningún miembro de la hermandad divulgó el misterio… Después de todo eran una sociedad secreta.
Establecidos ya como hermandad, deciden por fin mostrar sus cuadros y si se diera el caso, venderlos por lotes (si uno vendía, tendría que intentar colar también el de los otros), aunque esto no duraría demasiado.
Quizás no lo parezca hoy en día, pero sus pinturas fueron muy novedosas para la época, adelantadas se podría decir. No sólo por la elección de las temáticas que a veces eran inéditas, sino por como las plasmaban en sus lienzos. La hipócrita sociedad victoriana no estaba acostumbrada a que les mostraran la vida de Jesucristo de forma tan cotidiana, o ver a la Virgen María con cabellos rojos como el infierno, o desde luego no contemplar algo tan vulgar como prostitutas en escenas poco decorosas. En las exposiciones hubo más de un desmayo provocado por el escándalo y el ultraje.
“The Germ”.
Muchos atacaron las primeras exposiciones de la hermandad. No toda la crítica y el público estaban preparados para esa nueva forma de arte. El mismísimo Charles Dickens se burló en público de ese tipo de arte, por lo que la P. R. B. decidió apoyar su causa con un poco de propaganda y acaban publicando la revista “The Germ”. En ella escribió el valorado e influyente John Ruskin y poco a poco se empieza a reconocer a la hermandad. Es ahora cuando se esclarece el misterio de las enigmáticas siglas.
Con el crítico de arte y teórico John Ruskin (1819–1900) de su lado, eran imparables. Ruskin era un hombre de gusto, influencia y autoridad, y ejerce de mentor y mecenas para estos veinteañeros asfixiados por la sociedad victoriana. Ruskin buscaba como ellos un protagonismo social para el arte, y fue un activo defensor de lo artesanal frente a la floreciente industrialización de esos días. Además, tomando mucho del romanticismo, propone un concepto poético y místico de la naturaleza.
La hermandad sentía que tras la Revolución Industrial se había creado un sistema social injusto y decidieron atacarlo con virulencia. También atacaron la principal institución victoriana: la familia; y por supuesto la religión (que no el misticismo o la espiritualidad, ojo), que había asfixiado al arte durante siglos.
La hermandad crece.
Se unen al trío original otros variopintos miembros: William Michael Rossetti, hermano de Dante Gabriel, Thomas Woolner, James Collinson y Frederic George Stephens, el hombre en la sombra y un intelectual que ayudó desde el principio a los artistas prestándoles algunas monedas de vez en cuando y ejerciendo de agente, publicista y niñera.
Porque la hermandad no estaba compuesta sólo de artistas. Destacó sobre todo la figura de Elizabeth Eleanor Siddal, apodada por todos Lizzie, que al principio sirvió de modelo y después desarrollaría su propia carrera artística.
Lizzie era pelirroja, por lo que Rossetti se enamoró de ella al momento, llegando a afirmar en cuestión de días que “sin ella no soy nada”. La modelo de hecho aparece en buena parte de la producción del líder pre-rafaelita y acabaría casándose con Rossetti, aunque eso no impidió que el artista se siguiera relacionando con más mujeres.
Lizzie fue también una luchadora contra la superficial y cruel sociedad victoriana, y por su belleza inalcanzable e inteligencia se convirtió con todo el mérito en la musa de la hermandad.
De hecho aparece en el cuadro más exitoso de la hermandad, el “Ofelia” de Millais. La joven casi fallece al posar durante horas en una bañera con agua helada. El pintor estaba tan absorto en su oficio que no reparó en que las velas que calentaban el agua se habían apagado y la musa pelirroja casi lo paga con su vida.
Sin embargo sobrevivió, y ahí la vemos en muchísimos cuadros de la P. R. B.
Otra modelo pre-rafaelita de mucha importancia fue Effie Gray, la mujer de Ruskin. Esposa fiel, pero no satisfecha. Al parecer el matrimonio nunca llegó a consumarse. Ruskin prefería contemplar la obra de Turner que el cuerpo desnudo de su mujer, y al final, como es lógico, la muchacha se lió con Millais cuando todavía era virgen.
Con el artista sí consiguió la felicidad. ¡Y vaya si consumaron su matrimonio! Ocho hijos tuvieron juntos, aunque Effie quedaría marcada por la sociedad. Una divorciada no podía, por ejemplo, estar en presencia de la Reina Victoria.
Hunt por su parte, estaba en esos momentos en un dilema: continuar con su relación con su explosiva musa, la prostituta y modelo Annie Miller o bien renunciar a la lujuria definitivamente y centrarse en sus inquietudes espirituales, que corrían peligro en esos días por una crisis de fe. El artista lo resolvió pintando, golpeando el saco de boxeo de su taller y planteándose si viajar o no a Tierra Santa para ver de primera mano los escenarios en los que se ambientó la Biblia.
Medievalismo vs. Realismo.
El éxito había llegado al fin a los artistas pre-rafaelitas y hasta la Royal Academy apreciaba su obra. Quizás no tanto a Rossetti, que seguía siendo un bohemio de vestuario estrafalario y mirada arrogante, pero desde luego sí a Millais, que acaba engullido dentro de la institución. Toda la sociedad londinense se peleaba por tener uno de sus retratos. Y eso al final afectó a la obra del artista, que se fue convirtiendo paulatinamente en “un pintor comercial” (aunque muy rico).
En esos años de gloria co-existieron dos corrientes en los pre-rrafaelitas: medievalismo y realismo, que en principio eran perfectamente compatibles, pero después, por alguna razón se convirtieron en sub-corrientes, y el movimiento se escindió en dos direcciones.
La corriente realista de Hunt y Millais, se caracterizaba por la importancia del dibujo (que muchas veces quedaba visible) y después una meticulosa labor pictórica. Lentos y detallistas, sus cuadros se iban creando durante meses consiguiendo que el color tuviese el brillo y la luminosidad que buscaban.
El medievalismo estaba representado por Rossetti, mucho más pictórico y espontáneo, menos detallista, y con un claro equilibrio entre los elementos figurativos y del paisaje. Su amigo William Morris (aunque tendría un idilio con su mujer Jane Morris) se incorporó también a esta corriente y con el tiempo desarrollaría su famoso Arts and Crafts, basado en el interés por el dibujo y la artesanía medievales.
El pre-rafaelismo se acaba… pero no muere.
Un suceso trágico marcó al prerrafaelismo: La muerte de su musa con sólo 33 años.
Lizzie estaba embarazada y dio a luz a un bebe muerto. Esto provocó que entrara en un estado de profunda melancolía y decidió suicidarse ingiriendo láudano, droga a la que era adicta. Esto destrozó a Rossetti, que cayó en una depresión y se obsesionó con pintar a su amada como la Beatriz de Dante.
Harto de vivir sin su querida Lizzie (aunque tuvo varias amantes después) Rossetti se convirtió en un yonqui y vagaba por ahí presentando preocupantes muestras de inestabilidad mental. Al final murió como un recluso.
Mucho antes ya se notaba el fin de la hermandad. De hecho, el principio del fin fue cuando llegó el éxito: celos, discusiones y quebrantamientos de las normas pre-rafaelitas. En 1853, Rossetti ya le escribía a su hermana: “La Mesa Redonda está ahora totalmente disuelta”. Ese año Millais entró en la gran enemiga: la Royal Academy, y empieza una vida burguesa de lujos, con criadas para su mansión y todo.
Hunt parte para Tierra Santa, en un ataque de religiosidad, y seguiría cosechando un gran éxito en el mundo del arte siguiendo los postulados de la ya extinta hermandad.
Pero aunque la P. R. B termine desapareciendo, su influencia quedó intacta. De hecho, infectó a toda Europa.
Rossetti es considerado hoy el precursor indiscutible del Simbolismo, las propuestas de William Morris acabarían con la creación del Art Nouveau y una “segunda generación prerrafaelita” siguió preservando el arte que ahora ya era valorado por crítica y público como uno de los movimientos artísticos más importantes de le época.
En esta nueva ola destacaron artistas como Edward Burne-Jones, John William Waterhouse, John Collier, Aubrey Beardsley… que continuaron la labor de la hermandad.
La influencia del prerrafaelismo acabó traspasando los límites de la pintura inglesa y se convirtió, para muchos, en la primera vanguardia artística de la historia.
Sus inicios contraculturales, su arte rabiosamente nuevo, sus tormentosas vidas (muy bien documentadas por la prensa de la época que vendían periódicos a raudales publicando un escándalo diario a modo de folletín), y sobre todo la libertad para crear lo que tenían en sus corazones, los convirtieron en un modelo a seguir por las siguientes generaciones de artistas que vieron que se podía vivir- y muy bien- de crear un arte personal.
Recordamos desde aquí el legado de estos jóvenes románticos que hace 170 años desafiaron lo establecido para hacer avanzar la historia del arte.