Los secretos de Rubens y María de Medici
La serie de Rubens, El ciclo de María de Médici, es más que un conjunto de pinturas. Tras estos lienzos, se esconde el secreto mejor guardado del pintor y la aristócrata.
Nos situamos en 1610, en el Palacio de Luxemburgo de París. María de Médici llora la pérdida de su difunto esposo Enrique IV, mientras que se proclama Reina Regente de Francia hasta la mayoría de edad de su hijo Luis XIII.
Años después, la reina encargó a Rubens una serie de obras que tratara sobre las glorias de su vida y la de su esposo. De esta manera, se decorarían las dos alas del primer piso del Palacio de Luxemburgo.
Para la mayoría de historiadores, se trata de uno de los logros artísticos más aclamados de la historia. El pintor flamenco realizó 24 obras en tan solo 4 años, de las cuales algunas son las más destacadas. Para la elaboración de los lienzos que constituyen la serie, el autor empleó figuras alegóricas inspiradas en la mitología clásica, combinadas con símbolos cristianos.
“La educación de María de Médici” es la sexta pintura de la serie y en la que se reflejan diferentes aspectos que la caracterizan.
Aquí podemos identificar a la Diosa Minerva y Apolo enseñando la lectura y la música respectivamente. De forma escorzada, se representa a Mercurio que le muestra su elocuencia. Bajo él, vemos a las Tres Gracias que le ofrecen su belleza a María, ataviada con la vestimenta adecuada para una mujer de su nivel nobiliario.
En la franja inferior aparece un instrumento musical, una paleta con pinceles y un escudo caído, representando que la reina debía ayudar al florecimiento de las artes y la cultura, dejando a un lado las guerras.
Por último, todas las figuras parecen estar bañadas por un tono dorado, creando el contraste de iluminación exacto para acentuar el brillo de algunos colores como los rojizos.
¿Pero qué sucedió realmente?
María de Médici, una vez proclamada Reina Regente, sería capaz de acabar con todo aquel que no aceptara su política. Confió en su consejero más importante, el Cardenal Richelieu, pues era tan listo y ambicioso como ella.
La reina, en su afán de mantener el máximo poder, convenció a Luis XIII para que le permitiera conservar el trono a pesar de que él cumpliera la edad legal. Pero el heredero legítimo se sentía cada vez más frustrado al ver que su propia madre no le cedía la corona.
La relación entre ambos era cada vez más tensa, hasta que en 1617, Luis exigió a su madre que renunciara al trono. La aristócrata aceptó, pero no renunció a su influencia sobre la corona. Se hizo con un puesto en el Consejo Privado de su hijo, e intentó imponerle sus ideales políticos.
Con el transcurrir de los días se percató de que tenía un importante rival que se ganaría la confianza del rey. Se trata de su antiguo consejero, el Cardenal Richelieu. De este modo María, vio peligrar su poder cuando el Cardenal metió cizaña entre ella y su hijo. María de Médici tenía que actuar y lo hizo con la ayuda del Arte. En esta época se pensaba que las imágenes tenían el poder de hacer que esas cosas se cumplieran.
¿Qué secreto esconde las pinturas sobre María de Médici?
En 1622, con la excusa de decorar el Palacio, encargó una serie de 24 pinturas a uno de los artistas flamencos más reconocidos en el momento, Pedro Pablo Rubens. Estas obras tenían que ensalzar las glorias de su vida y la de Enrique IV, representándola a ella como una mujer sensata, hábil y políticamente correcta. Así, intentaría convencer y recordarle a Luis XIII de que debía seguir apoyándola como consejera.
Entre las obras, destacan algunas como “La educación de María de Médici”, “La entrega del anillo en Florencia” o “La llegada de la Reina a Marsella”, pero la que mayor misterio esconde es la última, “El Triunfo de la Verdad”. Este último lienzo trata sobre un supuesto futuro en el que Luis XIII perdona a su madre y ambos mantienen una relación pacífica. Se evidencia el claro intento de propaganda pictórica.
María de Médici llevó a cabo su plan, y colocó las obras por donde pasaba el Rey más a menudo, esperando que el mensaje le llegase. Con los días, esta idea caló en Luis XIII y empezó a mirar con buenos ojos a su madre. Luego, le dio un ultimátum a su hijo, exigiendo que tenía que elegir entre ella o Richelieu. El Rey pensó que para mantener al Obispo como consejero, tenía que deshacerse de ella.
María de Médici asombrada por la elección tuvo que abandonar la corte, por lo que el intento de la serie de Rubens fue un plan fallido.
¿Un solo artista es capaz de pintar 24 obras en 4 años?
Al parecer, Rubens se comprometió a pintar él solo toda la serie. ¿Es cierto que solo usó la ayuda de sus discípulos en la preparación del material? Pues bien, actualmente estas 24 obras se sitúan en la Galería Médici del Museo del Louvre y pueden ser vistas en primera persona. Es notable la sensación de echar en falta la mano de Rubens en estas pinturas.
Sus exuberantes figuras y la mezcla de alegorías mitológicas y cristianas son algunas de las características típicas del autor que si quedan presente en la serie. Por tanto, sabemos con seguridad que el boceto y la estructura de la idea de cada una de las obras si fue realizado por Rubens. Pero un número tan elevado de obras, todas de grandes proporciones y en un corto periodo de tiempo, hacen pensar si de verdad esta serie fue obra de un solo autor.