Los secretos de las meninas
La obra más estudiada de la historia del arte
Es mucho más que un simple cuadro. Es una de las obras de arte más estudiadas de la historia y aún así, no todos los historiadores están de acuerdo en su significado, género e incluso fecha.
Espejos, cuadros dentro de cuadros, gente que mira a los ojos al espectador… Los secretos que oculta este lienzo de figuras a tamaño natural son casi tan fascinantes como su asombrosa técnica. Intentaremos desde aquí comprender qué quiso decirnos este genio de la pintura con una de sus obras más complejas a todos los niveles.
¿Cuando fue pintado realmente?
Según el tratadista Antonio Palomino (1655–1726), «Las Meninas» fue pintado en el año 1656. Y esa es hoy la fecha oficial. Sin embargo, en el cuadro Velázquez aparece con una cruz de la Orden Santiago en el pecho y ese título de caballero no le fue dado hasta 1658.
Entonces, ¿se equivoca Palomino de fecha, o simplemente miente?. «Algunos dicen que su Majestad mismo se lo pintó, para aliento de los Profesores de esta Nobilísima Arte». ¿En serio Palomino insinúa que fue Felipe IV el encargado de pintar esa cruz?. Lo dudamos.
Más bien pudo ser el propio Velázquez, que murió en 1660 y tuvo tiempo de sobra para retocar su obra maestra.
¿Qué representa?
La obra se titulaba «La familia de Felipe IV», pero el rey en principio no parece el protagonista.
Ahí tenemos a la infanta Margarita, el centro de atención del cuadro, flanqueada por dos meninas que la atienden: María Agustina Sarmiento, que le ofrece agua, e Isabel de Velasco. Una enana, Maribárbola, y Nicolasito Pertusato, el bufón que patea al mastín. Recordemos que Velázquez pintó varios bufones durante su carrera.
Detrás están Marcela de Ulloa, «guarda menor de damas» y a otro guardadamas sin identificar. Al fondo José Nieto, jefe de tapicería de la reina y «abrepuertas» del palacio.
Velázquez tiene la suficiente valentía de representarse a sí mismo ejerciendo su oficio paleta en mano, por lo que ya tenemos alguna pista de sobre lo que nos quiso decir al pintar este lienzo: probablemente tenga algo que ver con la pintura.
Y finalmente ahí están los reyes Felipe IV y Mariana de Austria, pero reflejados en un espejo. Los verdaderos protagonistas se encuentran fuera del cuadro.
Entonces, ¿qué es este cuadro? ¿Un retrato colectivo? ¿Una «escena de conversación» como las que estaban de moda en la época en el norte de Europa? ¿La instántanea de un interior? ¿Una alegoría para dignificar y reivindicar su oficio de pintor?
Interpretaciones de las Meninas.
Las interpretaciones son múltiples, y traen de cabeza a historiadores desde hace siglos. De hecho ya existe un desorden psiquiátrico propio: el Síndrome de la Fatiga de Las Meninas (SFLM), que padecen algunos investigadores que se pasaron buscándole el sentido al cuadro.
Lo que está claro es que algunos de los personajes ahí retratados parecen mirar hacia afuera del cuadro, hacia nosotros. Algo llama su atención.
- Si los reyes no están en la sala pero se reflejan en el espejo, lo lógico es pensar que Velázquez está pintando su retrato. Los reyes posan para el artista y la imagen del cuadro aparece en el espejo, pero en realidad ellos están donde estamos nosotros.
- Otra opción es que Velázquez está trabajando en palacio cuando de pronto entran los monarcas. Algunos se percatan y levantan la mirada. Como los reyes están donde estamos nosotros como espectadores, se reflejan en el espejo del fondo.
- Hay quien afirma que Velázquez pinta en realidad a las propias meninas y en ese momento aparecen los reyes. Así que lo que en realidad aparece en el lienzo (del que solo vemos su bastidor por detrás) serían Las Meninas dentro de Las Meninas. Lo que pinta Velázquez es la pintura misma que nosotros estamos viendo. Puro arte conceptual en el siglo XVII.
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Se ha llegado a especular que Velázquez, fue un viajero en el tiempo adelantado a las teorías cuánticas y la relatividad, y lo que está representando en su cuadro es a los mismos espectadores del cuadro. ¡Velázquez nos está pintando a nosotros! Ciertamente, cuando pasas delante de Las Meninas en el Prado, el artista nos mira claramente y el espectador se convierte de alguna manera en la cuarta dimensión de la pintura.
Sea la interpretación que sea, Velázquez nos mete de lleno en la pintura y nos invita a jugar, a pensar, a descifrar lo que está sucediendo justo en ese instante congelado en el tiempo como una fotografía. De hecho, muchos consideran a «Las meninas» precursor también de la fotografía ya que capta un instante congelado de una manera más «fotográfica» que «pictórica».
Astrología.
Velázquez era conocedor de la astronomía y astrología. Y si unimos los corazones de los personajes en una línea imaginaria se dibuja la constelación de Corona Borealis, cuya estrella central se llama curiosamente Margarita Coronae, como la infanta que ocupa el centro del cuadro.
Surge así otra teoría: Lo que Velázquez está pintando es un mensaje oculto que significaría una lectura de la continuidad dinástica en la persona de la infanta Margarita (ya que su hermana mayor María Teresa iba a casarse con Luis XIV de Francia y el futuro rey Felipe Próspero aún no había nacido). En el momento de pintar el cuadro, ella era la reina del futuro.
Velázquez pinta el aire.
Dejando de lado su tema, la técnica en «Las meninas» es espectacular. Un alarde de talento que hace pensar que el pintor lo que realmente hace es presumir. De cerca vemos un montón de pinceladas, casi como un cuadro impresionista, pero de lejos todo cobra sentido y las figuras se hacen de carne y hueso. El pintor hasta es capaz de plasmar el aire de esa habitación.
Velázquez hace un uso magistral de la perspectiva aérea, que da esa profundidad a la escena a través del aire que rodea a cada uno de los personajes. El propio aire difumina los contornos de las figuras (sobre todo las del fondo).
El espacio arquitectónico tiene quizás demasiado protagonismo. Es la única obra de Velázquez donde aparece el techo de la habitación. Además Velázquez dedicó demasiada pintura para el espacio vacío en la parte superior que ocupa casi dos tercios del lienzo. Los cuadros colgados en la penumbra son copias de temas mitológicos de Rubens hechas por Juan Bautista Martínez del Mazo.
Quizás con eso quiso dejar claro que la pintura es el tema real de «Las meninas» y que ese oficio era lo suficientemente noble como para estar a la altura de la nobleza y la monarquía.
Sea como sea, como buen barroco, este artista consigue un logrado efecto espacial, creando la sensación de que la sala continúa fuera del lienzo, como si los personajes compartieran espacio con nosotros, los espectadores. Es un cuadro que rebasa sus límites físicos y espaciales sin necesidad de artificios ni trampantojos.
Reacciones a «Las Meninas».
Evidentemente, no sólo historiadores fueron los intrigados por este cuadro. Artistas, escritores, científicos y filósofos también reaccionaron ante una de las mayores obras de arte de la historia.
El escritor Théophile Gautier por ejemplo, al visitar el Prado en el siglo XIX exclamó su famosa frase: «¿Dónde está el cuadro?». Tal era el realismo de esta obra maestra que no pudo verla.
Manet, Goya, Oscar Wilde, Foucault, Ortega y Gasset… son innumerables los ilustres personajes que se basaron en este cuadro para reacrear obras propias.
Picasso se obsesionó durante años por el cuadro y llegó a decir que se encerraría en una habitación y no saldría hasta comprender el significado de «Las meninas» y Dalí dijo aquella famosa frase cuando le preguntaron qué salvaría del Prado si hubiera un incendio: «Dalí se llevaría el aire nada menos, y específicamente el aire contenido en Las Meninas de Velázquez, que es el aire de mejor calidad que existe.»