Pasaje Bavestrello
Trovador de imágenes.
Sergio Larraín estaba enamorado de Valparaíso. Su historia persona y como fotógrafo no se entiende sin asociarla a este puerto. Allí fotografía a marineros, artistas, niños, prostitutas y bohemios. Retrató sus noches tristes y sus días melancólicos. En esta ciudad, al igual que para Neruda, el fotógrafo vinculaba su oficio con la realidad más sensible y próxima a la que podía tener acceso. En el puerto había relatos y él era el trovador de imágenes.
Esta fotografía es el esquema perfecto de esa relación, un contrate de luz y sombra, casi simétrico, en lo fantasmal o, si se quiere, conociendo la biografía del autor, en lo espiritual. ¿es la misma niña? ¿son dos distintas? ¿hacia dónde se dirige una y hacia dónde se dirige la otra? ¿por qué nos inspira tenebrismo e inocencia en dispares proporciones? Todas esas preguntas florecen de esta icónica imagen, tal vez la más conocida de Sergio Larraín.
Alguien escribió sobre esta fotografía: La redactora se pregunta adónde conducen esas escaleras limitadas por un muro. Y luego desafía al observador a bajar con la niña. Acepto el desafío e invito a cualquiera a que me acompañe, porque perderse en los cerros de Valparaíso es una de las mayores delicias que he disfrutado en mi vida. Abandonar una calle tomando una escalera como la de la foto para volver luego a la misma calle varios metros más abajo después de varios escalones, gatos y ventanas mironas. Creo que hoy hasta puedo adivinar el olor en la foto del periódico.