Sifnos
"El momento adecuado".
El momento adecuado,
ese es el secreto de sus fotografías, dijo Cartier-Bresson, y por lo que aquí podemos apreciar, sin duda lo es. La niña que sube las escaleras de una empinada calle en la isla Griega de Sifnos, está a tan sólo un instante de desaparecer de nuestra vista o mejor dicho, del campo visual de la cámara del fotógrafo. Una instantánea en la que todos los elementos acentúan el movimiento de ese correcalles infantil, en la quietud de una tarde de verano, calurosa, con todas las puertas cerradas para que el calor no traspase los muros de las viviendas.
La niña está en el centro compositivo y las líneas de fuga de las escaleras confluyen en ella, instintivamente la mirada se dirige hacia ahí. Y con la mirada en ese punto focal, nos encontramos con la esvástica, antiquísimo esquema de movimiento, que podemos apreciar en la posición de los brazos y piernas de la niña en plena carrera. Aunque hoy la conocemos por la aberración nazi, la esvástica tuvo un pasado glorioso que se remonta al paleolítico y se enclava presumiblemente en la India. Usada por hindús, budista y jainistas, ha representado a lo largo de la historia y de las civilizaciones un símbolo de protección y un esquema de movimiento. Aquí vemos ese esquema de forma natural, en ese instante único que capta la cámara, demostrando una vez más que la naturaleza ha inspirado las formas artificiales de representación creadas por el hombre. Un esquema geométrico y rígido que sin embargo procede de lo orgánico y sinuoso.
Uno de los numerosos ejemplos de su utilización lo encontramos en los griegos que protegían sus templos con la figura de la Gorgona.
Como en un cuadro de Escher, la niña recorre un paisaje modulado por la geometría de líneas y formas cúbicas, que limitan el espacio al tiempo que se convierten en una sucesión indeterminada de casas y escaleras, como en las infinitas composiciones del pintor.
Es un espacio público, aunque percibimos algo íntimo. Solamente el fotógrafo es testigo con su cámara de ese momento, como él mismo dijo fijando la eternidad en un instante.
Una fotografía que tiene mucho que ver con la pintura, los planos que generan las sombras parecen pintados y la composición cuidadosamente diseñada. No es de extrañar, ya que Cartier-Bresson también fue pintor y los límites de las dos disciplina se diluyen en esta imagen.