Sydney Long
Australia, 1871–1955
¿Existe el Art Noveau australiano…?
¡Pues claro que sí! Y su máximo representante fue este artista de gran talento que supo adaptar de alguna forma las corrientes artísticas de finales del XIX a la realidad australiana.
Su pintura es, como decimos, un amalgama de estética Art Nouveau con una sensibilidad romántica y cercana también al simbolismo.
Sus temáticas son casi exclusivamente apologías de la naturaleza, del paganismo, todo ello influido por la literatura y la estética europea.
Nacido en Nueva Gales del Sur, se traslada a los 17 años a Sydney, donde trabaja en el sector de los vinos y licores y pinta sus primeras obras.
Pronto se une a la Escuela de Heidelberg, que se podría considerar como el impresionismo australiano, fusión del estilo victoriano y la Escuela de Barbizon. Este último influjo se empieza a ver en esa época por su gusto por la naturaleza y por pintar al aire libre, resaltando en este caso la palabra libre.
Temáticamente se conoció su estilo como paganismo australiano, con ninfas, faunos y adoradores del dios Pan correteando en plena naturaleza, entre bosques fantásticos y ríos encantados. Se ve que leía a los literatos Lionel Lindsay y a su hermano Norman Lindsay.
En 1910 viaja a Londres y vuelve a su Australia natal 11 años después para intentar ayudar al máximo número de jóvenes artistas. Tras repetir estos viajes, su obra empezó a quedar obsoleta. En un siglo XX cada vez más extraño, las pinturas de Sydney Long dejaron de gustarle a la vanguardia artística australiana.
Sus últimos años se caracterizaron por una hostilidad hacia esos jóvenes artistas vanguardistas, que no supieron apreciar lo que había echo por ellos y por el arte australiano en general. Murió lejos de su país, en Londres.