Eva Hesse
Alemania, 1936–1970
Solo 10 años ejerció de artista Eva Hesse, pero su figura fue decisiva para la historia del arte post 1945. Su escultura supuso una vuelta al material (en su caso sin importarle demasiado la «nobleza» del mismo, sino más bien todo lo contrario), un retorno al objeto artístico, que había estado en crisis en los años 60. con los minimalistas.
Hesse empezó como pintora en 1960, y fue añadiendo cada vez más tridimensionalidad hasta que se pasó definitivamente a la escultura, al parecer su verdadera vocación. En el estudio que tenía con su marido Tom Doyle, una vieja fábrica abandonada, es donde encontraba material para sus esculturas: restos de maquinaria, cuerda, látex, papel maché…
Sus obras eran pura escultura, aún cuando colgaban en la pared, como sucedía a menudo. Lejos del acabado pulido minimalista, Hesse devolvió a la escultura sus atributos más sensoriales tales como textura, tacto, materialidad… Y sentido del humor. Hesse parecía ser consciente de que su obra era a veces una «acumulación de mierda». Lo interesante es que con su trabajo la convertía en algo más elevado.
Hesse explotó con sus trabajos la reflexión sobre el proceso y el impulso que lleva a crear a un artista. Experimental como era, sus «prototipos» pueden parecer un montón de deshechos acumulados o plegados o colgados, pero después de un rato se pueden ver en ellos el equilibrio entre orden y caos que caracterizó su obra.
Consciente también del material, trabajó lo frágil y lo efímero, sabiendo que iba a mutar en el futuro, truncado por un tumor cerebral.
Eva Hesse creó obras, acabadas e inacabadas, y no dejó de experimentar en una década tan experimental.