John Heartfield
Alemania, 1891–1968
John Heartfield, llamado en realidad Helmut Herzfeld y conocido como «el artista antinazi», fue un autor dadaísta especializado en el fotomontaje. Su obra artística se caracterizó por convertirse en una potente arma crítica frente a los regímenes totalitarios durante el periodo de la Segunda Guerra Mundial, concretamente, contra el nazismo.
Su infancia fue poco común dado que, junto a sus hermanos, fue abandonado por sus padres: acusados de blasfemia por parte de las autoridades alemanas (su padre era escritor socialista y su madre activista política), tuvieron que exiliarse para evitar la cárcel. La vida del joven siguió adelante, mostrando muy pronto grandes dotes artísticas como ayudante del pintor Hermann Bouffier. En 1909 accedería a la Escuela de Artes y Oficios de Múnich, donde coincidiría con Albert Weisgerber y Ludwig Hohlwein quienes influirían decisivamente en los inicios del artista.
Tiempo después de esta experiencia, y a consecuencia del estallido de la Primera Guerra Mundial, la personalidad del autor comenzaría a fraguarse política y artísticamente. Debido a su forzado alistamiento en el ejército alemán y al nacionalismo antibritánico derivado del conflicto, Helmut dejó de existir y John Heartfield ocupó su lugar. Sin embargo, el paso definitivo dado por John fue en 1918, cuando se unió al Partido Comunista y al movimiento artístico Dadá.
La adhesión y colaboración en diferentes medios hizo que, durante los primeros años de 1920, conociera al escritor Bertolt Brecht y entrara de lleno en el círculo de artistas alemanes del momento, donde se incluía el propio Brecht, Erwin Piscator, Hannah Höch y muchos otros.
A partir de ese momento, comenzó a experimentar de forma más acusada con la fotografía, el retoque y el montaje como forma de expresión artística y política. La primera pieza creada con estas técnicas fue 10 años después. Padres e hijos (1924), con motivo del décimo aniversario del inicio de la Primera Guerra Mundial. En dicha obra se muestra en la parte inferior un desfile de niños soldado, mientras el Kaiser Guillermo II aparece junto a un escaparate de esqueletos. Este tipo de obra marcaría el resto de su vida: un arte crítico, ácido, de gran contenido simbólico y sin ningún tipo de filtro a la hora de demostrar las injusticias derivadas de la guerra y la política.
Todos estos méritos le valieron para que la revista «Arbeiter-Illustrierte-Zeitung» o AIZ (El Periódico Ilustrado de los Trabajadores), una publicación antifascista, lo contratara como colaborador habitual. Sus obras plasmarían los pensamientos y malos augurios sobre el partido nazi de Hitler, de manera que, cuando este régimen se instauró en el poder, el artista se tuvo que trasladarse a Checoslovaquia. Durante su exilio siguió produciendo obras para la revista AIZ hasta que, temiendo la inminente ocupación del país, en 1938 huyó hacia Inglaterra. Finalmente, en 1950 pudo volver a Alemania donde, gracias a la colaboración de su amigo Bertolt Brecht, fue nombrado miembro de la Academia Alemana de las Artes.