Niki de Saint Phalle
Francia, 1930–2002
«Pintar calmaba el caos que agitaba mi alma. Era una manera de apaciguar a esos dragones»
Catherine Marie-Agnes Fal de Saint Phalle, más conocida como Niki de Saint Phalle, fue una de las artistas más innovadoras, iconoclastas y comprometidas de mediados del siglo XX. A lo largo de su prolífica carrera, Saint Phalle desarrolló un marcado estilo propio y creó un complejo conjunto de obras con una profunda dimensión sociopolítica. Fue además una artista polifacética: pintaba, realizaba esculturas, grabados y performances y también experimentó con el cine.
Nació en Neuilly-sur-Seine (Francia) en el seno de una familia burguesa que pronto se trasladó a Nueva York, viéndose gravemente afectada por el Crac del 29. Trabajó como modelo para revistas como Vogue, y Harper’s Bazaar y llegó a ser portada de Life Magazine pero a partir de los años cincuenta Niki de Saint Phalle se entregó al arte por completo, de forma autodidacta. Aunque a simple vista su obra podría parecer naive, alegre u optimista por su gran colorido y el empleo de motivos como corazones, animales y flores, encierra preocupaciones y temas de gran calado, como el sexismo, la epidemia de VIH/sida, la degradación medioambiental, la violencia o la muerte.
La lectura de la obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo (1949) le causó una profunda impresión y fue una de las primeras artistas en explorar problemáticas feministas en los sesenta. En este sentido, sus ensamblajes —que llevan evocadores títulos, como Novia, Alumbramiento, Prostituta, Hechicera o Diosa— aún resultan impactantes por su radicalidad y ambivalencia. En 1965 inauguró su serie más célebre: las Nanas, mujeres de diferentes volúmenes y coloridos, elaboradas con resina, cerámica o trencadís, que recuerdan a las diosas de la fertilidad, para la artista criaturas alegres y liberadas que celebraban la gloria de la mujer.
Incluso siendo consciente ya entonces de que el mundo del arte estaba dominado por parámetros androcéntricos, Niki cumplió su cometido convirtiéndose en una de las artistas más visionarias y originales de la segunda mitad del siglo XX, desarrollando un estilo propio, inconfundible y a contracorriente. De principio a fin, imaginó nuevas formas de habitar el mundo, desafió las convenciones artísticas del momento, y logró crear un universo propio con una abierta vocación feminista que culminó en su monumental Jardín del Tarot.