Yves Klein
Francia, 1928–1962
Yves Klein, el monocromo. Neodadaísta, Pop, Abstracto… Podríamos etiquetar su obra con cientos de palabras, sin definirla ninguna de ellas. Al final, el artista inventó eso del Noveau Réalisme, que es una de las numerosas tendencias artísticas de vanguardia de los años 60 que buscaban de laguna manera unir vida y arte.
Klein nació en Niza en una familia de pintores. Además del arte se interesó por el judo (llegó a alcanzar el 4º dan) y unió ambas en una especie de estética Zen. Junto a Arman Fernández y Claude Pascal empezó a interesarse por crear algo nuevo en el mundo del arte. A los diecinueve años, Klein estaba en una playa con sus dos amigos y decidieron dividir el mundo entre ellos: Arman, la tierra; Pascal, las palabras, y Klein escogió el espacio etéreo que rodeaba el planeta. Nace así el Noveau Réalisme.
La obra de Klein es casi exclusivamente monocromática, y de hecho al final sólo utilizaba un color, el Azul Klein Internacional (IKB). También hizo numerosas acciones artísticas como pintar de azul cuerpos de mujeres (antropometría), grabar un largo acorde monótono, exponer una habitación vacía (llegó a haber 3000 personas haciendo cola para verla) o estampar lluvia en un lienzo conduciendo a 110 kilómetros por hora.
¿Era Yves Klein un caradura? No nos cabe la menor duda. Y lo fue en los tiempos en que eso era algo novedoso y excitante. Mucha palabrería intelectual (y además en francés…), «arte inmaterial» (se ofreció a intercambiar espacios vacíos en la ciudad de París a cambio de oro) y demás conceptos como cuadros sin pintura, libros sin palabras, composiciones musicales sin música… para crear para su audiencia cool sus «Zonas de Sensibilidad Pictórica e Inmaterial».
Su grito de guerra: «¡Larga vida a lo inmaterial!».