IKB 79
El artista hasta creó su propio azul: el IKB (International Klein Blue).
En 1947, el creador del Noveau Réalisme Yves Klein comenzó a hacer pinturas monocromas, es decir, de un solo color.
10 años después empezó a pintarlas sólo con un color patentado, el International Klein Blue (IKB), que según él tenía una cualidad cercana al espacio puro, con valores inmateriales más allá de lo que se puede ver o tocar. Era «un azul en sí mismo, desvinculado de toda justificación funcional». Para Klein «el azul es lo invisible haciéndose visible».
Klein realizaría unas 200 pinturas monocromas utilizando IKB, casi todas sin título, pero al morir, su viuda le asignó un número a cada una. Esta que tenéis aquí es KB 79.
El azul industrial está adherido sobre el lienzo creando una rica textura aterciopelada y una apariencia inusual de profundidad. Por ello la Francia intelectual de finales de los años 50, con sus Godards, sus Bardots y su «prêt-à-porter», empezó a salivar ante semejante salto en el mundo del arte. Unos cuadros ideales para hablar de ellos durante horas (y en francés…), aunque seamos sinceros: poco hay que hablar.
Sí, son azules. Sí, son bonitos. Y sí, fueron originales.
Pero recordemos que Klein fue el tipo que hacía cuadros sin pintura, libros sin palabras, composiciones musicales sin música… Hasta llegó a vender espacios vacíos a cambio de oro.
¿Tiene esto algún mérito artístico…? Mucha gente más lista que nosotros afirma que la obra de Klein tiene muchísimo mérito, así que no vamos a quedar de palurdos.