Basura de Les Halles
¿Es arte la basura?
Lo que en apariencia es inútil o desechable acaba formando parte de estos conjuntos de basura que Arman escoge, conjuga y encofra en vitrinas transparentes.
La realidad de lo cotidiano se toma como referente para estos artistas del nuevo realismo francés frente a la acelerada sociedad de masas de principios de los 60. Se trata de un momento en el que importa la «cantidad» más que la «calidad» (ahora nos medimos por una nota de corte o los likes). Ante la aceleración, eligen mostrar «la cara oscura»: el consumo. Arman, en concreto, muestra la invasión de objetos que adquirimos y que aparentemente han perdido su vida útil. ¿Qué hacemos cuando algo pierde su brillo? Tirarlo a la basura.
Arman da una nueva lectura a estos objetos tomando de referencia los readymade de Duchamp y el NeoDadá de los 50. A través de su nueva interpretación al final vemos sus poubelles como pequeños fragmentos de una vida anterior, huellas cristalizadas que retratan una historia concreta que solo podemos imaginar. El caos de objetos sin brillo se convierte en una suerte de retrato indirecto de un anónimo. En este caso vemos: una entrada para el teatro, restos de una carta rota o envases de comida entre hojarasca.
Para aumentar este sinsentido caótico de objetos, Arman coloca sus «acumulaciones de basura» en vitrinas como si se tratara de antigüedades en un museo. El sarcasmo está claro hacia las ideas clásicas de autoría o de valor en el arte. El nuevo lenguaje de Arman persigue que las fronteras académicas se diluyan en busca de esa «otra cara del arte» u «otra cara de la vida».