Cama
Tan personal como un autorretrato, o más.
Medio cama, medio pintura, Rauschenberg llamaría a este tipo de obras Combinados en las que colocaba objetos desechados en soportes tradicionales. Una técnica muy duchampiana, esa de recoger y exponer cosas encontradas, que catalogarían a este singular artista dentro de lo que en un principio se denominó neodadaismo, y después, Pop-Art.
El artista enmarcó el lugar mismo donde dormía: una almohada, una sábana y un edredón, y lo pintó todo con garabatos a lápiz y salpicaduras de pintura, como un cuadro de expresionismo abstracto. Otra vez se burlaba de la seriedad de ese movimiento institucional que tanto odiaba y que ayudó a superar.
La leyenda, medio inventada, medio cierta (como tantas cosas en Rauschenberg: La pintura cuenta tanto sobre el arte como sobre la vida y yo trato de actuar en esa brecha entre los dos.),
cuenta que Rauschenberg utilizó su lecho pues no tenía dinero para comprar un lienzo.
Al ser lugar de descanso de este artista, donde pasó tantas horas, tantas experiencias, tanta hambre, la obra es casi tan personal como un autorretrato, o incluso más. Ya sé que es una tontería, pero me encantaría ver las camas de Velazquez, Goya o Delacroix… espera un momento… esa cama creo que sí la he visto.