Mercado negro
¿Cuáles son los límites del lienzo?
Rauschenberg mezcla pintura, escultura y collage para sus particulares fusiones creativas que denominó combines (combinaciones). Evidentemente hay ecos de los Ready Mades de Duchamp o los Merz de Schwitters, pero muy personales y característicos de un artista pionero como Rauschenberg.
El artista deseaba, según sus palabras, trabajar en la brecha entre el arte y la vida.
Es decir, en el punto mismo donde ambas son la misma cosa. Para ello Rauschenberg salía a las calles de Nueva York a buscar “objetos”. Todo tipo de porquería podía servir como herramienta expresiva. En definitiva, este señor tenía superpoderes sobrenaturales: podía convertir la mierda en arte.
Arte a partir de matrículas, carteles, cuadernos, fotografías, señales de tráfico y múltiples artilugios. Objetos unidos, ensamblados, superpuestos y colocados estratégicamente eliminando virtualmente toda distinción entre categorías artísticas. Estamos ante una pintura, pero también es escultura y cien cosas más. Y reconozcamos que tiene una cierta belleza.
Además obras como Black Market se salen literalmente del lienzo. Rauschenberg simplemente une con un cordel el soporte principal con una maleta y todo se vuelve una unidad. Y al mismo tiempo, un objeto real como una maleta se vuelve una representación al integrarse en el espacio pictórico. Dicho de otra manera, los objetos dejan de ser “reales”.
Esa ambigüedad es un juego que Rauschenberg utilizó desde el principio de su carrera. ¿Qué es objeto? ¿Qué es real…? Y en parte gracias a sus reflexiones surgieron los artistas pop planteándose si los objetos de la baja cultura, toda es mierda de la sociedad de consumo que vemos multiplicada, se convierten en alta cultura sencillamente por estar integrada dentro de una obra de arte.
Y otra cosa fundamental sobre esta obra: Rauschenberg la denominó Black Market por un motivo, y es que el espectador debía participar activamente en ella. La idea de Rauschenberg era dejar cuatro objetos en la maleta, y en la primera página de cada uno de los cuadernos dibujar esos objeto. En la maleta había instrucciones en diez idiomas: Los objetos 1, 2, 3 o 4 pueden tomarse si se coloca un nuevo objeto en su lugar… trace o dibuje en el libro del mismo número y firme su nombre.
Es decir, el espectador podía usar la obra, crear y hacer desaparecer elementos de ella, participar en ese “mercado negro” de intercambio de “objetos” que se convierten al momento en arte (y por consiguiente, al que los coloca en artista).
Por supuesto, Rauschenberg no pudo predecir la poca interactividad que permite el mundo del arte para este tipo de “objetos sagrados” que valen un pastizal. Tanto la obra como la maleta son inaccesibles a unos mierdas como nosotros.