Dibujo de De Kooning borrado
Boquiabierto dejó al mundo del arte con esta ¿obra?.
En 1953 De Kooning era un dios para el mundo del arte. Su figura generaba temor y respeto.
Pero un día apareció en su despacho un don nadie, un aspirante a artista, un tal Robert Rauschenberg. De Kooning abrió la puerta y vio a este veinteañero tembloroso y un poco borracho, dejándole entrar.
Rauschenberg sacó valor y le preguntó al consagrado artista: «¿Podría usted ser tan amable de cederme uno de sus dibujos para que yo pueda borrarlo…?»
Largo silencio. Rauschenberg se temía lo peor. Un puñetazo de De Kooning podría ser también una obra de arte conceptual.
Y de pronto, el totem del arte contemporáneo accedió a su petición. Con dos condiciones: el dibujo debía ser muy querido por su autor, y algo muy difícil de borrar. Acto seguido le cedió uno de sus dibujos y echó de ahí al joven que no se creía lo que estaba pasando.
Rauschenberg tardó un mes en borrar meticulosamente la obra y al final le pidió a su compañero Jasper Johns que le diseñara un cartelito con el título: «Dibujo de De Kooning borrado, 1953», dando la obra por finalizada.
Algo que parece destructivo y dadaísta a primera vista, se convirtió en realidad en una de las primeras performances y en la obra de arte pionera de lo que después sería el llamado Arte Conceptual, que reinaría a partir de entonces en el arte contemporáneo.
Un papel en blanco, en principio sin valor artístico si el espectador no tiene toda la información, se convierte en obra de arte en toda regla gracias a la idea, el proceso, la historia de su creación y los huevos que le echó Rauschenberg…