Como explicar arte a una liebre muerta
El gurú del arte moderno explica a una liebre muerta que es eso del arte moderno.
Es el 11 de noviembre de 1965: Joseph Beuys se pasea por una Galería de Arte en Düsseldorf vestido con un traje de fieltro y la cara untada con miel y polvo de oro. En sus brazos lleva una liebre muerta y de vez en cuando le susurra al oído la explicación a los cuadros expuestos.
El público mira la acción estupefacto. Observan la escena entre la confusión, la sorpresa y la excitación… ¿A donde llevará todo eso…? Beuys por su parte, no parece reconocer la presencia de su audiencia durante las tres horas que dura su obra de arte.
Es un chamán, transitando entre lo ridículo y lo sublime.
Con esta y otras obras, el artista consiguió estimular la imaginación de la gente ahí presente. Simbolismo, poesía y mucha carga intelectual. Después de todo eso era arte conceptual, donde la idea pesa más que lo tangible.
Además el público se convierte en una pieza fundamental de la acción artística: De nuestro estado habitual de casi inconsciencia, pasamos a un estado de vívida atención y de percepción ultrasensible, y si la obra de arte es buena, nos metemos de lleno en su mundo, convirtiendo la obra en algo impredecible, dependiendo muchas veces de nuestras reacciones.
Lo que pretendía Beuys con esta liebre muerta es «hacernos reconocer el problema que supone explicar las cosas, más concretamente las relacionadas con el trabajo creativo [… ] y los animales, incluso los muertos tienen probablemente una mayor capacidad de intuición que la mayoría de los humanos, con su estúpida racionalidad» Explicar cosas a un animal muerto (sobre todo eso del arte contemporáneo, cada vez más críptico e incomprensible) «recoge la sensación de secretismo que domina el mundo».
¿Pero… es eso arte…?
Es lógico el escepticismo que suscita este tipo de arte. Más aún si tenemos en cuenta la cantidad de basura pretenciosa con escaso o nulo contenido que se crea en su nombre, aprovechando que no sabemos qué carajo están haciendo esas gentes tan raras.
Pero sí, es arte. Tanto por su intención como por su cometido, y porque este tipo de obras exigen que se las juzgue como arte (ah… Duchamp abrió la caja de Pandora hace 100 años…).
Porque después de todo, nos guste o no, la performance de Beuys consiste en que el artista es la herramienta, el soporte y el medio para crear.
En los 60 se empieza a definir esto de las performances, happenings y demás acciones surgidas del arte conceptual, (aunque desde luego ya existían hace tiempo, desde los numeritos del futurista Marinetti o las locuras dadaístas hasta las fiestas de Dalí o los silencios de John Cage), pero es con Beuys, el ex-nazi que afirmaba que «todo ser humano es un artista», cuando el arte moderno cae rendido ante esta nueva fórmula creativa.