Arte conceptual
1960
La única pretensión del arte es el arte mismo. El arte es la definición del arte.
La idea es lo importante. Esa es la base del arte conceptual.
Pero entonces… el arte conceptual existe desde hace siglos. Todas las obras de de arte, incluso las más decorativas, tienen tras de sí una idea. Ahí tenemos la obra de Velázquez o de Miguel Ángel.
Pero hay que ser conscientes de que a partir del siglo XIX, corrientes como el impresionismo renunciaron a la idea y se centraron en lo expresivo o lo formal. De hecho, buena parte del arte posterior se caracterizó por ser muy formalista. Sólo hay que fijarse en el siglo XX, tan experimental en la forma.
La cosa llegó a un punto decadente con el expresionismo abstracto. Todo era forma y nada de contenido. Por eso los jóvenes artistas de los años 60 deciden superar esa característica fundamental del arte: ser un objeto.
Aparecen artistas en Estados Unidos, por supuesto (en ese lugar sí que saben vender un producto), pero también en Asia y Sudamérica, y por supuesto en la vieja Europa, pues en Francia e Italia algo sabían de arte. Diferentes lugares y diferentes contextos, pero curiosamente en todos ellos va naciendo un tipo de arte que elimina toda referencia al objeto, y se centra en la idea o concepto como el aspecto más importante de la obra.
Nace así el Arte Conceptual como movimiento artístico, donde la ejecución es algo superficial. Lo realmente importante es la planificación y las decisiones que se toman de antemano. A veces la obra de arte conceptual es el boceto y no la obra final. Y en los años 60, eso causó una conmoción al contemplar las posibilidades de este arte para transmitir una idea política o social.
Pero evidentemente el arte conceptual ya existía. Existía desde que Duchamp expuso su urinario y demostró que la obra artística ya no era un objeto de contemplación, sino como un objeto de pura especulación intelectual.
Y esa es una de la principales características del arte conceptual: No tiene que ser precisamente bonito. Tiene que transmitir su idea.
Para transmitir una idea los artistas se pueden valer de muchas cosas, desde las técnicas tradicionales, hasta otras como el texto, la fotografía, el video o la performance. A veces ni eso. A veces la obra es un telegrama, un manual de instrucciones, una conversación o una lata de mierda.
Por supuesto este arte requiere una mayor atención por parte del espectador, incluso su participación activa. Y su criterio… gracias al arte conceptual, mucha mierda se ha colado desde entonces en museos y galerías.
El arte conceptual es bueno solo si la idea es buena.