El espíritu de nuestro tiempo - cabeza mecánica
La cultura queda ensamblada en nuestra cabeza.
Hausmann (inventor del fotomontaje, no lo olvidemos) recicló este maniquí en el cual clavó literalmente una serie de elementos que representan su visión del mundo y de su momento.
La mayoría de estos objetos nos hablan del lenguaje y de los procesos formativos adquiridos, a los que nos someten, los que nos obligan a aprender como reglas de conducta o ciencia.
Lo que el ser humano tiene en la cabeza no es más que lo que le clavan a base de martillazos a lo largo de su vida. Dentro, está todo tan vacío como la cabeza de un muñeco de madera.
Hausmann «habla» también del mundo mecanizado que se vivía en esos tiempos (y que aún continúa, ahora digitalizado…). Esta es una cabeza mecánica movida por un motor desconocido y cruel… y vagamente familiar. No es difícil identificarse con ese trozo de madera inexpresivo.
El artista, siempre virulentamente crítico, ataca también el concepto de Zeitgeist de Hegel, que aludía precisamente al espíritu del tiempo que vive el ser humano, refiriéndose al clima moral, intelectual y cultural de una época. En este caso, el Zeitgeist es un metro de modista, un reloj destartalado o el tubo de una pipa… El espíritu de nuestro tiempo era/es el absurdo de una sociedad burguesa implantando cosas innecesarias en nuestras cabezas huecas.
El dadaísmo de Hausmann se diferencia de otros (Duchamp, Arp) por contener una inquietante verdad dentro del absurdo DaDá.
La verdad es absurdo.
La existencia es dadaísmo.
Esa cabeza somos nosotros.