La Virgen María castigando al niño Jesús delante de tres testigos
Blasfemia surrealista elevada a arte.
Los tres testigos son André Breton, líder surrealista, Paul Éluard, poeta del movimiento y el propio Max Ernst autorretratado, que observan la escena por una ventana.
El cuadro es una provocación surrealista: Dos figuras clave de la iconografía católica como son la Virgen María y el Niño Jesús son retratados por Ernst en un momento bastante apócrifo. Como todos los niños, Jesús haría también sus gamberradas…
Algo debió de hacer el chaval, que está recibiendo una buena tunda de su madre. Las nalgas enrojecidas indican que María ya lleva unos cuantos azotes y al niño hasta se le cayó de la cabeza ese halo, símbolo de santidad.