Surrealismo
1924–1966
El hombre que no puede visualizar un caballo al galope sobre un tomate es un idiota.
Breton
André Breton fue el gurú del surrealismo. Poeta de vocación, se unió al dadaísmo, pero al perder fuelle este movimiento decidió que había que continuarlo mediante una base teórica sólida.
Breton había sido camillero en hospitales psiquiátricos durante la guerra, y ahí conoció tanto la obra de Sigmund Freud como conoció la extraña realidad oculta tras la locura.
Breton quería, con esa locura como herramienta, unir eso de Rimbaud de «cambiar la vida» con eso de Marx de «transformar el mundo». Nace así el surrealismo que según su líder «se basa en la creencia en la realidad superior de ciertas formas de asociación desdeñadas hasta la aparición del mismo y en el libre ejercicio del pensamiento. Tiende a destruir definitivamente todos los restantes mecanismos psíquicos y a sustituirlos en la resolución de los principales problemas de la vida».
En principio, esta vanguardia, aún viva hoy en día, quería incorporar los conceptos psicoanalíticos de Sigmund Freud a la mentalidad Dadá.
De Freud interesaba sobre todo su investigación sobre el importante papel del subconsciente en el comportamiento humano, y por tanto en su faceta creativa.
Por ello los surrealistas empezaron a dejar al subconsciente trabajar, ya fuera mediante escritura o pintura automática, por plasmar sueños, por regresar a la infancia… en definitiva por ser libre y espontáneo.
Acceder al subconsciente significaba mostrar pensamientos y deseos indecorosos, plasmar imágenes chocantes para exponer la depravación del ser humano, disfrazado de civilizado por la sociedad burguesa.
El surrealismo en el arte
En sus comienzos el surrealismo era un proyecto esencialmente literario, pero poco a poco fue infectando a las demás disciplinas artísticas (pintura, escultura, fotografía, cine…).
Como eso del subconsciente es algo tremendamente personal, no hay un «estilo surrealista». Cada autor lo vivía a su manera, pero podemos distinguir en líneas generales dos formas de arte surrealista:
- Una automática, espontánea y fluída, con universos figurativos propios.
- Una naturalista, que muestra con figuración a veces hiperrealista el mundo de los sueños y el inconsciente.
El arte surrealista suele ser incongruente, onírico y muy original, en el sentido que el artista muestra su faceta más individual, aunque es curioso, pues el arte surrealista tiene algo universal, que todos podemos entender. Hasta los niños pueden captar si algo es surrealista o no.
Con el movimiento ya establecido en los años 30, y con los más extraordinarios artistas apoyándolo, Breton se convirtió en una especie de papa. Tan celoso era de la pureza de su teoría que realizaría purgas a todo aquel que cuestionara sus postulados.
Serían expulsados del movimiento figuras tan brillantes como Dalí o Artaud.