Louise Bourgeois
Francia, 1911–2010
¿Se puede hacer arte del trauma? Una pregunta legítima, que en el caso de Louis Bourgeois está clara: si se puede. O al menos ella puede.
La escultora francesa usó como herramientas para su trabajo el trauma, los miedos, sus iras… y sus propios secretos. Pocos artistas han sido tan honestos como ella en cuanto a mostrarse a sí mismos. Su trabajo es tan autobiográfico e impudoroso que asusta.
Hacer arte tiene un efecto curativo, según ella, que entendía el arte como terapia. Su biografía habla de un padre mujeriego que las amaba a todas menos a ella. Un padre que se llamaba casi como ella, Louis Bourgeois. Estudió matemáticas porque necesitaba leyes inmutables en su vida y con 18 años esa figura paternal tan ausente como presente murió. Un padre galerista que se burlaba del arte moderno hizo precisamente que la artista dejara su carrera matemática y se volcara en ello, utilizando las infidelidades de su padre como inspiración.
Su impulso creativo parecía encontrarse en sus traumas de la infancia y basó sus temas principales en la crudeza de las emociones, traducidas en materiales orgánicos(madera, hilo, papel…) y también materiales industriales reciclados (cristal, caucho, bronce…). Usó también materiales rechazados por el océano que ella reciclaba para crear arte.
Como escultora vio que podía trasladar mágicamente lo inmaterial en materia y siguiendo esa alquimia mezcló su cóctel de relaciones humanas, maternidad, sexo, represión y dolor.
Explotó la memoria, el sexo, la inseguridad y el cuerpo femenino como herramientas y materiales para su obra que iría evolucionando a lo largo del siglo XX. Al final de sus días se refería a su arte como una secuencia de dias y circunstancias relacionadas entre sí, y dividió su trabajo en tres etapas: una obra temprana en la que quiso representar «el miedo a caer», otra en la que ya era consciente de que podía elaborar «el arte de caer» y la obra final, que ella denominó «el arte de aguantar».