Diosa Frágil
Bourgeois reivindica el matriarcado original.
La obra de Bourgeois está profundamente enraizada en su infancia y en malos recuerdos de su vida familiar que la artista recrea, curiosamente para olvidarlos.
Evidentemente, en una carrera tan dilatada en el tiempo (a los 98 años muere, todavía joven…) todo tipo de recuerdos se fueron amontonando en Louise Bourgeois, que se tradujeron en todo tipo de materiales, aunque siempre con una máxima imperturbable: «cuenta tu propia historia».
Esta obra ya la había realizado en 1970 en bronce. Una especie de ídolo primitivo de enormes tetas y vientre (fertilidad), con una cabeza en forma de cuchillo afilado (fálico).
Es la arquetípica imagen de una madre, que en este caso la artista realizó en fieltro (y haciendo ver las costuras-cicatrices) y que reivindica el matriarcado original.
«En mi obra mezclo masculino y femenino, lo activo y pasivo. Es la polaridad de la mujer, lo destructivo y lo seductor. ¿Por qué las mujeres se convierten en mujeres cuchillo? No nacieron como tales. Se les hizo así a través del miedo… La mujer se convierte en un cuchillo, en una figura defensiva.
Es importante mostrar a las chicas que ser sexual es algo natural y que los hombres también pueden sentirse desamparados y vulnerables. De algún modo, todos somos vulnerables, y todos somos masculino-femenino…»