Botellero
The really ready-made
El botellero (Bottle Rack) es una obra de arte proto-dadaísta creada en 1914 por Marcel Duchamp. El autor etiquetó la pieza como «confeccionada», término que usó para describir su colección de objetos ordinarios manufacturados, no comúnmente asociados con el arte. Los ready-mades no tenían el tono serio y premeditado de los trabajos europeos del movimiento Dada (obcecados en la crítica de la violencia de la Primera Guerra Mundial), en su lugar se enfocaban en una naturaleza más absurda, más arbitraria, elegida simplemente sobre la base de una «indiferencia visual».
Marcel Duchamp afirmó haber comprado el botellero en una tienda llamada Bazar de l’Hôtel de Ville, cerca del ayuntamiento de París. El botellero era un estante metálico típico utilizado para el secado de botellas, pero el aspecto puntiagudo y agresivo de la pieza le valió el nombre de Erizo (Hedgehog). A diferencia de la anterior Rueda de bicicleta (1913) o Farmacia (1913), el botellero no se modificó de ninguna manera, lo que lo convierte en el primer ejemplo verdaderamente estricto de un ready-made.
Ironías de la vida, la pieza original fue arrojada a la basura tras confundirla como tal por la hermana y hermanastra de Duchamp, después de que éste saliera de Francia en 1914 para irse a los Estados Unidos. Si bien el original no sobrevivió, el legado de la obra perduró, encontrando en la actualidad al menos siete réplicas que residen en museos prominentes como el Philadelphia Museum of Art, el Norton Simon Museum y el Moderna Museet.
Mientras Duchamp afirmó que sus ready-mades se hicieron sin ninguna razón específica, los críticos de arte sostienen que la pieza tiene, como muchas otras de sus obras, notables matices sexuales de naturaleza freudiana. Éstos sugieren que las puntas de metal representan los genitales masculinos, y que la ausencia de botellas es una referencia a que Duchamp era soltero en ese momento.
Sea como fuere, el genio (o el ingenuo) Duchamp se reafirma con cada una de sus composiciones; no caben explicaciones artísticas, ni fundamentos en la transgresión conceptual. El arte del autor es instante, es futilidad, es banalidad, es crítica en estado puro; y éstas son las características que hacen de su obra un arte tan singularmente personal e irrepetible.