Desnudo bajando una escalera
Tan moderna que ni los cubistas ni los futuristas la aceptaron.
«Desnudo descendiendo una escalera, N ° 2» fue rechazado en el Salon des Indépendants en París. Los cubistas alegaron que «un desnudo nunca baja las escaleras, un desnudo se reclina». Al parecer, los desnudos sólo bajan las escaleras en los burdeles.
Sus propios hermanos, los pintores Jacques Villon y Raymond Duchamp-Villon le pidieron que al menos le cambiara el título, pero eso era impensable en un artista que se precie. Hasta ellos le habían traicionado.
Así que Marcel hizo las maletas y se fue a Nueva York donde la pintura sí causó sensación. Los americanos entendieron mejor su obra, o probablemente no, pero se maravillaron por los trucos que utilizaba un moderno artista europeo.
La obra causaba admiración y rechazo por igual. Así que Desnudo se convirtió inmediatamente en un chiste, caricaturizado en todos los periódicos como algo completamente ininteligible. El periódico The American Art News hasta ofreció una recompensa de diez dólares al primer lector que pudiera «encontrar a la dama desnuda» dentro de ese revoltijo de planos puestos uno encima de otro y líneas irregulares.
«Una explosión en una fábrica de tejas», decía una crítica, y lo cierto es que es una crítica bastante buena.
Por supuesto, a Duchamp le encantó que se hicieran todo tipo de chistes y conseguir ser famoso por ser el tipo más moderno de la ciudad más moderna del mundo. El artista deshizo las maletas y se asentó en Nueva York, que se convirtió en su nuevo hogar.
¿Qué vemos aquí? Pues son 20 posiciones al mismo tiempo, al modo cubista, pero la obra no tiene nada de cubista. Este desnudo consigue hacer un mapa del movimiento y retrata la energía del cuerpo a medida que pasa por el espacio, algo que por lo visto horrorizaba a los cubistas.
Probablemente el dadaísta se basó en el libro del fotógrafo Muybridge Animal Locomotion., de 1887, que incluía una secuencia de imágenes de una mujer desnuda descendiendo un tramo de escaleras.