Tomás Povedano
España, 1847–1943
Hombre de múltiples intereses y logros, Tomás Povedano dedicó gran parte de su vida a participar en movimientos que supusieran un impacto social, se integró a una organización que pretendía establecer la Primera República Española aportando con sus escritos en algunos periódicos locales de España, su país natal. Fue digno de poseer un conocimiento más allá del tiempo, el reconocimiento de la verdad tal como se describe en la Teosofía, una religión de la que fue parte, además de ser un miembro de alto rango en nada más y nada menos que la masonería… una institución que, en la actualidad podríamos llamarla, más discreta que secreta.
Partió en su viaje con rumbo a México tras pasar un tiempo en Ecuador como fundador de la Academia de Bellas Artes de Cuenca y Guayaquil, ya habiendo pisado anteriormente las tierras latinoamericanas y con aportes tan significativos, no fue de extrañar que su nombre se hiciera conocido entre los más altos cargos, así fue como el presidente de Costa Rica Rafael Iglesias Castro le extendió una invitación para ser el organizador de la Escuela Nacional de Bellas Artes. Nunca llegó a México, por el contrario, permaneció el resto de sus días en Costa Rica donde siguió haciendo de las suyas, como inaugurar el movimiento teosófico en el país centroamericano.
Bien se dice que a perro viejo no se le pueden enseñar nuevos trucos, y este pintor fue muestra de ello, fiel a sus raíces, mantuvo una visión idealizada de la población indígena costarricense, además expresó crudamente su desprecio hacia las innovaciones artísticas como el Futurismo y el Orfismo, las cuales llegó a llamar engendros de la demencia,
defendió a puño y espada el estilo académico, siempre bajo una visión europea, que de costarricense tenía poco o nada.