Domingueando
Un español con destino final a Costa Rica.
¿Puede la mirada de un europeo quien sujeta con rigidez sus costumbres, hacer una apropiada representación de la población campesina costarricense? Las opiniones pueden variar de boca en boca, sin embargo, la obra cumple con su objetivo: mostrar un día de domingo para los campesinos de Costa Rica.
En la pintura se puede apreciar una mujer de prendas más finas cargar un paraguas para cuidarse del sol, mientras que a su alrededor se encuentran unos campesinos creando un sutil contraste entre la elegancia de la mujer y la vestimenta más sencilla de los hombres y mujeres que están a su disposición. En la parte delantera en el medio de la carreta, un niño es cargado por una joven que, a juzgar por su expresión vacía y la actitud evasiva del chico, podríamos decir que no se trata de una madre con su hijo.
Al lado izquierdo, un campesino camina descalzo por el terroso sendero mientras guía con desgana al destino donde se dirigen, además un perro está al lado suyo, símbolo hartamente conocido de la lealtad. Si movemos la mirada a la derecha, descubriremos una pobre mujer quien también descalza y sin un espacio en la carreta, le ha tocado cargar con las pertenencias en las manos.
La atmosfera general de la obra está plagada de sentimientos negativos palpables en sus rostros, queda exenta la honorable mujer que solo ha salido a disfrutar un poco del paisaje. ¿Por qué se puede respirar un disgusto tan claro? ¿Será por el caluroso clima de Costa Rica propio de esas zonas? O es quizás ¿La cansada labor que han ido desempeñando día tras día los campesinos sin que su esfuerzo sea recompensado? ¿O es solo que, en un domingo, día de descanso, han tenido que trabajar?