Lilly Martin Spencer
Estados Unidos, 1822–1902
Lilly Martín Spencer (o más bien Angelique Marie Martin, su nombre real) fue enorme en el siglo XIX. Sus imágenes costumbristas eran perfectas para decorar los hogares estadounidenses, así que se realizaron numerosas reproducciones de sus pinturas con este fin. Eran escenas domésticas, con familias, hogares felices y los avatares de la clase media decimonónica en los Estados Unidos.
Angelique era en realidad británica, pero se fue a los USA con ocho años. Desde esa edad, sus padres apoyaron su inclinación artística y durante toda su vida reflejó ese apoyo de la familia en sus lienzos.
Fue autodidacta, y no muy pudiente, pero con ayuda de Nicholas Longworth, político local y mecenas de las artes, pudo desarrollar una carrera. Eso demuestra la importancia de un mecenas para la vida de un artista, que de otra manera tendría que dedicar su tiempo a trabajos «normales», dejando marchitar poco a poco su verdadera vocación. De ahí la famosa frase:
—¿Eres artista?
—Sí.
—¿Y de qué trabajas…?
—De camarera
En 1841, Lilly se fue a Cincinnati, después a Nueva York y finalmente a Nueva Jersey, donde se establecería como artista y se casaría con Benjamín Rush Spencer, que siguió apoyando la vocación de su esposa ayudando en la casa, algo impensable en una familia de clase media del XIX.
El matrimonio siempre pasó dificultades económicas, pero las pinturas de Spencer parecían gustar a los norteamericanos, así que fueron tirando gracias a la venta masiva de reproducciones baratas de sus pinturas.
Con la llegada de la Guerra Civil, las pinturas de Lilly Martín Spencer se vuelven un poco más políticas, aunque no abandonó nunca la temática que le daba de comer: la vida cotidiana de la clase media con niños, amas de casa y hogares humildes pero idealizados.