Albert Anker
Suíza, 1831–1910
Albert Anker es uno de los pintores suizos con mayor reconocimiento por parte de su nación, pues su pintura se enfocó fundamentalmente en captar la vida cotidiana vivida en su entorno familiar en Ins, una comuna del cantón de Berna. El realismo costumbrista de sus pinturas no tardaría por ello en ser reconocido como un valioso reflejo y recuerdo de la Suiza de entonces.
Pintor de la interioridad del hogar y del valor de la vida familiar, la cual retrató continuando la tradición de tantos grandes pintores interioristas, pero llenándola con una ternura y calor inusuales. Madres arropando a sus hijos por las noches, abuelas calentándose en el brasero, niños realizando sus deberes escolares, padres leyendo el periódico, nietos leyendo a sus abuelos, abuelos contando historietas a sus nietos… Anker consiguió captar esa especial belleza reflejada en la cotidianidad y sencillez del día a día, así como el fiel retrato de cada una de las edades de la vida.
Hijo de un veterinario y el menor de doce hermanos, se inclinó hacia la pintura desde su periodo escolar. Entre 1852 y 1853 comenzó sus estudios de teología, pero a mitad de curso se decantó definitivamente por estudiar arte. De este modo, durante los años 1855 y 1860, se formará en la Escuela nacional superior de Bellas Artes de París, así como viajando por otros países europeos para estudiar las obras maestras de la pintura.
En 1864 se casa y empieza a formar una numerosa familia, con la que se trasladará definitivamente en 1890 a su natal Ins, cuyo ambiente rural reflejará a través de graciosas escenas de escuelas y guarderías, así como de celebraciones colectivas como bautizos, matrimonios y entierros.
Admirador de la pintura de bodegones, se inclinará también especialmente hacia este motivo tan intimista de los objetos cotidianos, destacándose por sus características composiciones de apetitosos desayunos y meriendas servidas en esas tazas que debían andar por la casa de Anker y que a menudo se encuentran en tantas otras de sus pinturas. La influencia y el detenido estudio de Chardin es el más evidente en estas composiciones.
Vinculado además directamente con el mundo de la cerámica, trabajó también diseñando multitud de proyectos decorativos para el ceramista Theodore Deck, entre cuyas lozas nos encontramos algunos de sus retratos.
Implicado activamente en la vida cultural suiza, Anker se sustentó también atendiendo encargos como retratista e ilustrador, trabajando en revistas y accediendo, entre 1870 y 1874, al puesto de diputado en el Gran Consejo del cantón de Berna, desde el cual apoyaría la construcción del Museo de Bellas artes. Organizó también en 1878 la sección suiza de la Exposición Universal de París, tras la cual fue nombrado Caballero de la Legión de Honor.
En 1901 sufre un ataque de apoplejía que le paraliza la mano derecha, pero continuará pintando acuarelas hasta su muerte en 1910.