La siesta
Instantáneas de la vida cotidiana.
Pintor del recogimiento, Anker escoge en La siesta uno de los momentos del día más cargados de intimidad y sagrado sosiego para reunir en una sola escena las dos composiciones más características de sus pintura: la vida interior familiar y el bodegón de objetos cotidianos.
Así, en esta hora de reposo, en la que todas las necesidades y utilidades mundanas se suspenden, el pintor suizo aprovecha para retratar a los que son su padre y su hija, cobijándose tiernamente en algún tranquilo rincón del hogar. Retrato con el que consigue transmitir a través de su sensibilidad y maestría tanto la belleza como el valor inestimable de esa hora en la que, aunque aparentemente no se hace nada, acaso se hace la más importante de las obras, aquella en la que se transmite un amor sin el cual difícilmente pueden volver a emprenderse con fortaleza y alegría el resto de tareas cotidianas.
Destacado por el delicado realismo de escenas interiores y retratos como este, Albert Anker llegó a convertirse en uno de los pintores suizos más altamente reconocidos por parte de su nación, pues a través de sus obras consiguió capturar y conservar algunos preciosos instantes de la vida cotidiana, tal y como ésta transcurría por entonces en el entorno familiar de su aldea natal en Ins.