Castillo de naipes
Serebriakova retrata a sus hijos.
Nunca entenderemos porqué no es más conocida una artista de la talla de Zinaida Serebryakova, un auténtico tesoro de la pintura rusa.
Quizás es precisamente el hecho de que sea rusa (el enemigo de occidente durante buena parte del siglo XX), o quizás porque fue la propia Unión Soviética quien le dio la espalda tras la revolución de 1917 (hasta sufrió la incautación de todos los bienes y la detención de su marido, que murió en la cárcel), o probablemente, como siempre, el hecho de que Serebryakova era mujer.
Cuando muere su marido, la pobre Zinaida se ve sin recursos económicos y con los cuatro hijos que salen en este cuadro. Aquí los representa en su característico estilo costumbrista (ya lo vimos en su “desayuno”) pero si nos ponemos simbolistas, es evidente que ese castillo de naipes es un buen símbolo de la inestabilidad que se vivía en la época.
La expresión de los niños es bastante seria, triste casi… recordemos que se acababan de quedar huérfanos.
Pero como podemos comprobar, la obra contiene una gran belleza que expresa después de todo el sentimiento de una familia unida.
Trágicamente, la familia acabaría por separarse cuando la pintora se fue a París para tratar de ganarse la vida en otros mercados del arte. Por causa de la burocracia revolucionaria, la pintora tardaría décadas en volver a ver a sus cuatro hijos.