John Singer Sargent
Estados Unidos, 1856–1925
John Singer Sargent fue el «retratista de más éxito de su generación». Unas 900 pinturas al óleo, más de 2.000 acuarelas, infinitos bocetos demuestran que por lo menos era de los más trabajadores. Sargent fue uno de los retratistas más aplaudidos del siglo XIX. Tiene su obra una habilidad técnica que a veces parece descuidada, alejándose del clasicismo para adentrase claramente en el terreno impresionista, que conocía y admiraba.
De familia norteamericana, Sargent viajó desde siempre por todo el mundo (documentando sus estancias con dibujos). Esa vida itinerante permitió al joven convertirse en alguien culto y cosmopolita, experto en arte, música y literatura.
Hablaba varios idiomas y pudo ingresar en la École des Beaux-Arts de París, la principal escuela de arte de Francia. Sargent se convirtió rápidamente en el estudiante estrella y con 23 años consiguió exponer con gran éxito. Los pedidos de retratos se fueron acumulando y el artista se pasó 25 años pintándolos, permitiéndosele incluso rechazar clientes.
Pintar un retrato puede ser bastante entretenido si uno no está forzado a hablar mientras trabaja… Qué tontería tener que entretener al modelo y parecer feliz, cuando uno se siente desgraciado.
Sus retratos destacan sobre todo por revelar extraordinariamente la individualidad y personalidad de los retratados, pero fue muy criticado por su audacia en las pinceladas o adoptando rasgos de las vanguardias, que por suspuesto, hoy son sus características más valoradas.
Soltero de oro, Sargent siempre fue extremadamente celoso de su vida privada, aunque se sabía que era un verdadero obseso sexual por sus correrías parisinas y venecianas, y además que homosexual, aunque nunca salió del armario.