Cementerio en Tirol
Al artista lo que le gustaba era la acuarela.
John Singer Sargent pintó esta obra sobre papel mientras estaba retenido en Austria, pues acababa de estallar la Primera Guerra Mundial y no tenía la documentación adecuada para largarse de ahí.
En esa época, cuando estaba consolidadísimo como artista, ya no le interesaban los retratos de la alta sociedad que le habían traído fortuna y gloria, sino que prefería pintar paisajes de los sitios a los que viajaba. Y además con una técnica que el tipo manejaba a su antojo: la acuarela.
Sargent era ágil. Era un ninja de la acuarela. Llegó a pintar más de 2.000 y lo hacía con gusto, con fluidez gozosa, quizás con mucho más placer que los cuadros por los que cobraba una pasta.
Y aquí vemos claramente su maestría como acuarelista: Con unos cuantos trazos nos presenta una atmósfera cubierta de niebla, y un poco de hierba en el suelo. Y un poco más trabajados, los crucifijos de hierro fundido utilizados tradicionalmente para marcar tumbas en los Alpes tiroleses. Casi nos recuerda a un paisaje de la época del romanticismo.
No sabemos si el artista se olía ya la carnicería que se avecinaba, pero en 1914 creó esta maravillosa imagen, que resulta inquietantemente profética.