Impresionismo
1872–1882
De nuevo un crítico que cita peyorativamente un cuadro pone nombre a un movimiento, en este caso «Impresión: sol naciente» de Monet.
La pintura impresionista nace a partir de la segunda mitad del siglo XIX y quiere, a grandes rasgos, plasmar la luz y el instante, sin importar demasiado la identidad de aquello que la proyectaba. Las cosas no se definen, sino que se pinta la impresión visual de estas cosas, y eso implica que las partes inconexas dan lugar a un todo unitario (algo que años después demostraría científica y psicológicamente la Gestalt).
Resumiendo, este movimiento se caracteriza por el uso de colores puros sin mezclar («todo color es relativo a los colores que le rodean»), el hecho de no ocultar la pincelada, y por supuesto darle protagonismo ante todo a la luz y el color. De esta manera las formas se diluyen imprecisas dependiendo de la luz a la que están sometidas, y una misma forma cambia dependiendo de la luz arrojada sobre ellas, dando lugar a una pintura totalmente distinta.
Por ello, y a partir de los paisajistas de la escuela de Barbizon, los impresionistas se centraron en la pintura al aire libre, buscando plasmar el cambio de la luminosidad, el instante.
Una mañana, uno de nosotros se quedó sin el negro, y fue el nacimiento del impresionismo.