Gustave Caillebotte
Francia, 1848–1894
Caillebotte no fue solo pintor. También destacó como coleccionista, mecenas y comisario de exposiciones. Heredero de una fortuna familiar, pudo dedicarse plenamente al arte en todos estos ámbitos y ayudando a consagrarse a un movimiento que como sabemos empezó siendo rechazado por el arte oficial y obligado a exponer en salones independientes. Caillebotte financiaría muchas de estas exposiciones, permitiendo al mundo conocer a «artistas renegados» como Renoir o Monet.
Gustave Caillebotte empezó siendo realista, muy ligado a la pintura de Courbet y Millet, hasta que conoció a los impresionistas y se enamoró de este nuevo lenguaje pictórico lleno de luz y color. Sin embargo no renunció a plasmar la realidad tal cual la veía, entrando en contacto en la fotografía, que influenció claramente en su obra, como lo haría en la de su colega y amigo Degás.
Sus escenas domésticas tanto en interiores como en exteriores parecen instantáneas, y muchas veces corta la composición tal como lo haría una máquina fotográfica. Retrató tanto a la alta burguesía en sus silenciosos momentos de ocio como a la clase obrera en sus labores (conocidísmos sus «Cepilladores de parquet»), algo que desataría numerosas críticas.
Serán sus instantáneas del París urbano las que tendrían más éxito. Esas exageradas y profundas perspectivas, ese realismo contundente, esas escenas de los parisinos captados en su vida diaria muestran su exquisita técnica, que muchos criticaron por sacrificar la emoción a cambio de naturalismo.