Anders Zorn
Suecia, 1860–1920
Anders Leonard Zorn fue un pintor impresionista (esto hay que matizarlo un poco, más abajo hablamos), y toda una institución en su país, Suecia. No es de extrañar, ya que Zorn pintaba como los ángeles.
Hijo de una campesina y un cervecero (al que no llegó a conocer), Zorn fue criado por sus abuelos. Estudió arte en Estocolmo y al acabar se casó con la rica Emma Lamm, luego Emma Zorn.
El pintor viajó por toda Europa aprendiendo todo lo que pudo. En España por ejemplo conoció a Velázquez, del que lógicamente se enamoró. Y en París fue donde descubrió a los impresionistas. Ahí decidió quedarse y se convirtió en una figura muy importante en el paisaje cultural parisino. Zorn desarrolló en esta ciudad un estilo de gran calidad, un naturalismo próximo al Impresionismo, pero sin su excesiva libertad formal.
Su especialidad (y por lo que la gente se volvía loca) eran sus excelentes retratos. Por ellos era reconocido internacionalmente. En Estados Unidos hasta llegó a retratar nada menos que a tres presidentes.
A finales del siglo XIX, los Zorn regresan a Suecia (en realidad iban cada verano) y el pintor se interesa por el folclore de su país, siguiendo las corrientes culturales nacionalistas decimonónicas. Zorn deja por un momento a los altos dignatarios y a las condesas y pinta temáticas populares, con campesinos, bailes tradicionales y rituales de la cosecha.
Zorn es también conocido por sus maravillosos desnudos, exclusivamente femeninos.