Caldero de patatas
Cocina al desnudo.
Anders Zorn realizó bastantes pinturas en las que captaba momentos cotidianos de cualquier hogar sueco. Pero llama la atención que en buena parte de estas obras, esos momentos cotidianos eran protagonizados por mujeres desnudas. Suecia siempre fue un país con una gran tradición nudista, pero a Zorn a veces se le va la mano introduciendo el muy clásico género del desnudo en las situaciones domésticas más comunes y corrientes. Toda una transgresión que ilustra la rebeldía de un autor que decidió separarse del anquilosamiento académico con el que empezó su carrera.
Un ejemplo de introducir el desnudo como quien no quiere la cosa es esta extraordinaria obra, donde al parecer, esta señora prefiere cocinar como Dios la trajo al mundo (la única prenda es una cinta roja en el pelo, que aparece en otros desnudos del artista). La mujer de espaldas aviva el fuego de ese caldero de patatas, y desde luego no parece hacer frío en esa habitación que puede recordar un poco a La fragua de Vulcano de Velázquez, artista que obviamente influyó de manera decisiva en Zorn cuando visitó el museo del Prado.
Los colores son de lo más cálido y hay cierta sensualidad en la escena, no solo por el exquisito modelado de esas carnes femeninas; también por esas llamas que crepitan en el brasero de ese calenturiento interior sueco. Zorn mezcla Academia, Impresionismo y unos toques velazqueños en esta obra maestra de lo culi-nario (perdón por el atroz juego de palabras…).