
Desnudo en sofá
Íntimo y personal.
En torno a 1880, Gustave Caillebotte se interesó por el género del desnudo y realizó varios estudios con gente en pelotas. Este en concreto llama la atención, además de por su pose inusual (aunque muy realista), por transmitir una gran intimidad. Vemos una escena reservada con ropa tirada, zapatos en el suelo y, sobre el sofá estampado de flores, completamente desnuda (pelambrera incluida en pubis y sobacos), esa modelo que rezuma una sensualidad natural, como un erotismo cotidiano.
Quizás se deba a que la modelo fue probablemente amante del artista y quizás también por esto este cuadro nunca fue exhibido mientras Caillebotte vivió. El pintor lo tuvo en su poder hasta su muerte, como un tesoro íntimo y personal.
Elucubrando quizás demasiado, puede que esta señora se trate de Charlotte Berthier, once años menor que el artista y de clase baja, a la que Caillebotte le dejó una generosa renta tras su muerte. Recordemos que Caillebotte murió con 45 años siendo un soltero de oro, asquerosamente rico (y por ello fue filántropo, coleccionista y buen mecenas de sus colegas impresionistas) y además un bohemio.
A este artista nunca le importó lo que pensaran de él… más bien desafió con su arte los estándares del buen gusto y la moral decimonónicos con obras como esta, todo un desnudo con pelos y señales.