Eva Gonzalès
Francia, 1849–1883
Hija del escritor Emmanuel Gonzalès, Eva Carola Jeanne Emmanuela Antoinette Gonzalès fue una modelo y pintora franco-española del siglo XIX. Fue discípula de Charles Joshua Chaplin (maestro también de Mary Cassat) y gracias a la fama de su madre, Marie Céline Ragout; como música francesa, Eva creció rodeada del arte y cultura más exquisitos de París. Empezó a pintar con 16 años y mostrando grandes dotes desde muy temprana edad, las cuales serían enseñadas al público en 1870 exponiendo en el Salón de París. Debido a esto, su padre sugirió a Chaplin que su hija poseyera un taller propio, pero el maestro aseguraba que una muchacha soltera no podía tener semejantes propiedades.
Deseosa de evolucionar, se trasladó al taller de Manet donde fue tanto discípula como modelo. Fue el blanco de varias críticas por relacionarse con un pintor tan polémico y muchos fueron los que le aconsejaron que se alejara de él, mas ella siempre se negó, pues no solo veía en Manet un maestro, sino también un amigo.
La influencia de Manet es evidente en su trabajo temprano, por ejemplo El soldadito, obra muy similar a El pífano pintada 4 años antes, pero a finales de los 70 comenzó a desarrollar un estilo mucho más propio, empleando colores pastel, pinceladas más sueltas y temática intimista, el cual recuerda a Degás y a Morisot.
Se la llamó la más academicista de los impresionistas debido a la calidad del dibujo en sus cuadros y el tratamiento de los detalles, pero el trato de luces y sombras con pinceladas esbozadas, aplicando el color con rápidos toques son propios del impresionismo.
Combina una técnica sinuosa y tamizada, con tonos pasteles, representó a sus modelos y a sí misma de una forma realista, a diferencia de lo que Manet hizo con ella. Históricamente, Gonzalès ha sido más vista como modelo que valorada como artista y el retrato más famoso que Manet realizó de ella la pinta como una burguesa más preocupada por su vestido que por su arte. Esta visión de ella influyó en cómo el mundo real la percibió durante siglos. Por eso su autorretrato es mucho más sencillo, es honesto.
La forma en la que veía y trataba a las mujeres en sus cuadros era diferente a la tenían sus contrapartes hombres. Por ejemplo, su Palco en el teatro es comparable al de Renoir, pero aquí vemos a ella cabizbaja, pendiente del espectáculo, mientras él luce pomposo y arrogante, pues aparecer con una mujer bonita bajo el brazo es símbolo de estatus, como si fuera un complemento más, no una persona.
Murió muy joven, con 34 años de edad, debido a una embolia por el parto, solo 5 días después de la muerte de Manet. Fue enterrada en Montmartre. Le dedicaron dos exposiciones póstumas donde era reconocida como artista del Impresionismo (pese a no participar en ninguna exposición impresionista), pero igualmente, su nombre sigue relegado a los márgenes de la historia del arte, junto al de sus compañeras Morisot, Cassat y Bracquemond, nunca al centro, donde residen sus compañeros.