Clavel, lila, lila, rosa
Sargent capta el momento mágico del día en el que no es día ni noche.
Dos niñas vestidas de blanco encienden linternas de papel mientras atardece. Están en un jardín de rosas, algunos claveles amarillos y varios lirios blancos. La hierba está alta y ocupa todo el lienzo, no hay una línea de horizonte que nos de unas coordenadas, y por ello hay esa sensación de profundidad en la perspectiva que lo envuelve todo.
Sargent pasó el verano de 1885 en la casa de este jardín inglés, pues tuvo que huir del escándalo causado por su retrato de Madame X. Al pintor le gustaba especialmente la hora mágica en la que la luz era perfecta, ese momento entre el día y la noche que apenas duraba unos minutos y pidió a su amigo el ilustrador Frederick Barnard que le “prestara” a sus hijas Dolly (a la izquierda, de 11 años) y Polly, (derecha, de 7), pues las niñas tenían exactamente el color de pelo que buscaba.
Trabajó en este cuadro durante meses, de forma interrumpida, a la manera impresionista: au plein air. A veces las sesiones duraban 2 minutos, pero como sabemos (y sabían mejor que nadie los impresionistas), la luz -y por tanto el color- varía totalmente de un momento a otro, por lo que de continuar estaría pintando otro cuadro distinto.
Al final el artista consiguió su objetivo de captar ese momento, y lo cierto es que la luz del cuadro tiene algo mágico.
La obra tenía en un principio un tamaño mayor, pero Sargent cortó lienzo del lado izquierdo para dejarlo más o menos cuadrado y concentrar así la composición.
Después le pondría el título, que viene de unos versos de la canción “The Wreath”, cuyo estribillo dice “¿Has visto a mi Flora pasar por aquí?” A lo que la respuesta es “clavel, lirio, lirio, rosa”.