Los niños Hülsenbeck
Niños, niños… Futuro, futuro…
Como un preludio del arte naif, esta especie de pre-primitivista alemán llamado Philipp Otto Runge quiso darle la importancia que tenía a dos géneros muy denostados en la época: el paisaje, y el costumbrismo. Quiso darle mucha mucha importancia, porque Runge fue uno de esos jóvenes alemanes excesivamente intensos y atormentados, los que después llamaríamos románticos.
Philipp Otto Runge fue uno de esos primeros románticos alemanes, y junto a su paisano Caspar David Friedrich estableció las bases de ese movimiento que en unos años barrería Europa (matando a miles de jóvenes que se tiraban por acantilados y querían morir de tuberculosis, como acabaría muriendo el propio Runge), un movimiento que en mi opinión ya había sido «inventado» unos años antes por Goya (y quizás por Blake).
En esta imagen vemos los dos géneros que quería elevar Runge: atrás una idílica —casi irreal, casi infantil— ciudad de Hamburgo, entre lo urbano y lo rural. Y en primer plano a los tres hijos de Hülsenbeck, un socio de su hermano. Los dos mayores tiran de un carro donde está el menor de la familia. Los niños nos miran y la niña mira al bebé. Aunque se parecen, cada uno es individual y diferente. Y es que esa es otra característica esencial de Romanticismo: cada alma es única.
Y ya que quiere retratar la infancia, Runge opta por ser libre como un niño. Para empezar, la escena está a la altura de ellos, quizás para hacernos partícipes del juego. Pero la estética es deliberadamente infantil, ingenua. Probablemente era para decorar la habitación de los chavales, pero Runge, ambicioso, intenso y romántico como era, quiere que su pintura sea mucho más que un simple artefacto de decoración infantil.
Hay quien cree que la obra es también una especie de representación de tres etapas de la infancia: el bebé, feliz y absorto ante el universo, sin parar de descubrir cosas nuevas, el niño, gamberro y violento, caótico y libre, también descubriendo límites que profanar, y finalmente esa niña, que ya adopta cierta responsabilidad aún sin dejar de ser inocente y amable. En pocos años, estos niños se convertirán en unos estúpidos adultos.