La condición humana
Magritte vuelve a cuestionar la realidad de las cosas.
Magritte siempre se preguntó qué era eso de la realidad. Ya desde su famosa “Pipa” el pintor, como buen surrealista, quiso que el espectador se cuestionase la realidad en la que vive. Lo suyo no eran los sueños como por ejemplo su coetáneo Dalí. Él sacaba el surrealismo de la propia vida, que si nos fijamos, está llena de él.
Aquí pinta un cuadro sobre un caballete representando exactamente lo mismo que oculta. Una vez pillado el chiste no hay más que fijarse en el título: “La condición humana”, y sospechar que Magritte quiere expresar algo más que una ilusión óptica. Algo probablemente más profundo.
Si a algo le gustaba a Magritte eran las paradojas, sobre todo por sus ambigüedades y malentendidos. Y ese “lo que es y lo que no es”, ese cuadro dentro de un cuadro, ese título, no son más que nuevas formas de indagar sobre la “traición de las imágenes”, la condición que hace que el ser humano esté obligado a ver la realidad a través de sus sentidos, incluso cuando estos pueden engañar tan fácilmente.
La realidad, sabemos por la obra de Magritte, puede ser otra cosa. Cualquier cosa.