René Magritte
Bélgica, 1898–1967
René François Ghislain Magritte fue el surrealista belga que más influyó en la pintura de su país en el siglo XX.
Sus imágenes, a diferencia de otros surrealistas, no estaban inspiradas 100% en sueños, sino que Magritte destilaba la realidad sacando su esencia, y consiguiendo, por un lado imágenes absolutamente sorprendentes e ingeniosas, y por otro el cuestionamiento mismo de esa realidad.
Magritte fue, por así decirlo, un surrealista conceptual muy interesado en la ambigüedad de las imágenes, de las palabras y en investigar la extraña relación entre un lo pintado y lo real. Para ello explora lo que hay de mágico en lo cotidiano.
Influído por Giorgio de Chirico, empieza a pintar paisajes misteriosos, con significados ocultos, silencio y mucho sentido del humor. La realidad es para él una ilusión, una trampa por así decirlo y por ello explora a lo largo de su carrera el espacio real frente a la ilusión espacial, que es la pintura misma.
Muy independiente, se mantuvo alejado del surrealismo militante y dogmático de Breton y pese a lo subversivo de muchas de sus pinturas, tuvo una vida tranquila y burguesa entre París y su Bélgica natal. La vida de un belga de clase media y sus rutinarias actividades diarias fueron en cierto modo su máxima inspiración para pintar sus extraordinarios cuadros.