El arte de la conversación
Dos tíos flotando.
Escuchar y ser escuchados son de las grandes necesidades del ser humano. Comunicarse. Conversar, sin embargo, tiene otros matices más positivos. En una conversación, la comunicación se presupone cordial, agradable e incluso placentera. Por eso, hay quien ve la conversación como un arte (Oscar Wilde escribió un libro sobre ello) que no todo el mundo domina.
Hay gente que acapara las conversaciones, no dejan hablar, la palabra es de su posesión. Hay otra gente lacónica y monosilábica, que cede la conversación, que no la estimula precisamente. Los hay que le dan mil vueltas a un mismo concepto, para dejarlo claro, y que de tanto repetirlo lo vuelven confuso y ambiguo. Hay gente excesivamente apasionada, que grita más y no cede nunca la razón, discute. Hay gente con diarrea verbal, que sólo expulsa mierda constante y fluída…
Y después hay otra gente que comunica, que intercambia ideas y da acceso a su sabiduría. Gente que enseña, que enriquece, que aporta, con la que aprendes en cada frase que suelta. Gente que parece sincera y coherente, que lo que dice casa bien con lo que hace. Que no interrumpe y busca la interacción, huyendo siempre del monólogo o la competición. Gente que no inventa ni exagera, que no presume ni ofende, que no repite ni divaga. Gente con infinitos temas de conversación, no de esos con uno solo, que lo usan y desgastan hasta el aburrimiento.
Hay que preguntarse a veces de qué grupo somos. Quizás de los dos, depende del día, depende del momento. Aunque reconozcamos que hay que tender a ser de los segundos conversadores. Quizás de este segundo grupo son estos dos tíos volando que pinta Magritte en su Arte de la conversación.
Con este título de libro de autoayuda nos introduce Magritte en una de sus escenas donde lo ordinario y lo extraordinario se solapan y se complementan. Dos de sus recurrentes tíos con bombín (una especie de autorretrato de él y de la clase media belga) flotan por los aires ya que su conversación debe ser espectacular. De tan fascinante y absorbente que es la charla, ni se dieron cuenta de que se fueron volando.