Mano con esfera reflectante
(autorretrato)
Un mundo de reflejos.
Escher sobre una esfera reflectante es uno de los autorretratos más originales e intrigantes de la historia del arte. Refleja fielmente a su autor, no tanto por su fisionomía sino más bien por ese mundo de lo imposible plagado de juegos ópticos, donde se sube y se baja a la vez e infinitamente, donde lo de atrás está delante y lo de delante detrás, donde la gravedad no existe, transportándonos a un universo donde ciencia y arte confluyen en un universo onírico.
Y es que Escher es inclasificable, fuera de su tiempo y de su contexto, fue uno de los artistas más interesantes en cuanto al dibujo, conocedor en profundidad de la técnica del grabado, excepcional en el dominio de un método de trabajo depurado y limpio.
Escher desafía el espacio creando un absurdo lleno de equilibrio y armonía, encontrando formas originales de ocupar el espacio por medio de la combinación de planos bidimensionales y tridimensionales.
En su autorretrato experimenta con la óptica, nos propone la visión en un espejo esférico sostenido por la propia mano del artista. La esfera de cristal nos muestra el reflejo de Escher y del espacio definido en el que se encuentra reproduciendo los objetos con gran detalle. La percepción de las formas rectas actúa en nuestra mente como una ilusión por su reflejo en una superficie esférica. Esa dualidad de planos, de dimensiones, de espacios y materia constituye unos de los pilares fundamentales del universo incomparable de Maurice Escher.
En una sola imagen el autor comprime el espacio, lo distorsiona, lo duplica y ahí, en ese universo de planos infinitos se representa en medio de una paradoja estética, él mismo definía sus creaciones como un juego, un juego muy serio.