Navajos vestidos como los dioses Tonenili, Tobadzischini y Nayenezgani
Tres dioses se preparan para bailar.
Nadie sabe cómo salió vivo de situaciones como esta, pero Curtis consiguió mimetizarse entre las tribus de los nativos norteamericanos para mostrarnos ciertas realidades que nosotros, los blancos occidentales desconocemos.
Esta fotografía en concreto fue realizada en 1906 durante una de sus primeras travesías (publicada en el primer volumen de The North American Indian en 1907). En ella podemos ver como tres individuos pertenecientes a la tribu de los feroces Navajos se preparan para llevar a cabo una danza ritual. Curtis les debió pillar en pleno backstage y su atuendo nos parece de lo más pintoresco.
Curtis, como buen pictorialista que era, eligió revelar la mayoría de sus placas fotográficas con ese característico tono marrón que conocemos como “virado a sepia”. Una técnica muy utilizada a por los fotógrafos de finales del siglo XIX y principios del XX por sus cualidades estéticas y de conservación.
La sensación de peligro provocada por nuestra incapacidad de comprender lo que está sucediendo en esta fotografía hace que cobre extraordinario en nuestra mente. Es interesante meditar que, a ojos de un nativo americano, esta fotografía simplemente sería concebida como el equivalente de un simple retrato de grupo en una boda a los nuestros. Es por eso que Curtis eligió tomar estas fotografías en las que la estética de los individuos es la protagonista.
La elección un fondo vacío de connotaciones, una composición sencilla, frontal y, por supuesto, también se preocupó de alejar toda distracción que interrumpiese el diálogo provocado por las diferencias culturales entre ellos y nosotros. Podemos verlos pero no comprenderlos. Yo me pregunto: ¿Quiénes son estos dioses? ¿Son benignos o malignos? ¿Son conscientes de las cualidades del medio fotográfico?
Así Curtis contribuyó a sentar las bases de lo que en las generaciones venideras se reconocería como el ideal del “fotógrafo aventurero”, ese individuo que gracias al poder de su lente y su extraordinario arrojo nos permite descubrir al mundo y sus extrañas gentes en forma de imágenes.