Profundidad
Hasta el infinito y más allá.
Escher y la profundidad infinita. Patrones entrelazados en los que vacío y figura son intercambiables, escaleras que no sabemos si suben o bajan —o todo al mismo tiempo—, perspectivas que prueban paradojas matemáticas, figuras multiplicadas hasta el infinito en espacios planos…
Estas imágenes exigían un perfeccionismo y una minuciosidad obsesivas, que podemos ver en esta extraña cuadrícula tridimensional en la que estos simpáticos peces voladores se multiplican infinitamente. Son una armada aerotransportada y perfectamente alineada de sonrientes torpedos con aletas matemáticamente perfectos.
Sin embargo, el perfeccionismo de Escher roza en ocasiones el ridículo. Tras crear esta misma obra le escribió a su hijo Arthur:
Después de un esfuerzo casi interminable, terminé mi nueva impresión de peces. Aunque no estoy en absoluto satisfecho con ello (la sencillez de la «sugerencia de profundidad» a expresar es una de las tareas más difíciles que me he propuesto), tampoco puedo considerarlo un completo fracaso. La sensación de haberlo hecho lo mejor que pude no garantiza nada en cuanto a la calidad, pero me da tranquilidad.
Parece que a Escher no le agobiaba la idea de infinito. Mientras que algunos podemos sentir hasta claustrofobia con estas imágenes, el artista quizás se sentía bajo control, el imperturbable y frío control de las matemáticas. La poesía que hay en ellas. Seguramente esa visita a la Alhambra de Granada cambió no solo su arte, sino también su existencia —y también a nosotros… se acerca un artículo monográfico en HA! para hablar de una de las grandes maravillas del arte universal—.
Por cierto, y hablando de matemáticas y de infinito… ¿Alguien sabe decir cuántos peces hay en la imagen?