Alphonse Allais
Francia, 1854–1905
¿De qué sirve tomarse la vida en serio, ya que de todos modos no saldremos vivos…?
Alphonse Allais tenía razón. Efectivamente murió, pero dejó un legado de 1.700 relatos, dos dramas, una novela y numerosos poemas, además de su producción artística como pintor. Fue un pionero de las vanguardias antes de que estas existieran. Ya hacía arte abstracto, arte conceptual, dadaísmo, minimalismo, suprematismo y todos los ismos cuando alguno de los vanguardistas ni siquiera había nacido.
Allais nació en Normandía. Hijo de un farmaceutico, empezó su «arte» creando falsos medicamentos, algo que no gustó a su padre y lo mandó a París a estudiar farmacia. En la ciudad se dedica a ir de juerga más que a estudiar y a los 21 años comenzó a colaborar con la prensa y desarrolló su particular humor no exento de crueldad, con el característico uso de la sátira y la parodia, la escatología y el disparate. Humor absurdo, que es probablemente el humor que mejor representa la realidad.
La ridiculización fue su arma y contribuyó a la creación de Los Fumistas, Les Hydropathes o Les Hirsutes, hoy proto-vanguardias que ya daban pistas de que sería el anti-arte su carrera.
Sus textos humorísticos y sus disparatadas noticias diarias le dan fama y empieza a crear también humor gráfico, creando entre otras muchísimas innovaciones las primeras pinturas abstractas, dibujos monocromos y partituras silenciosas.