Dean Cornwell
Estados Unidos, 1892–1960
Si existió un ilustrador bueno, pero bueno de verdad, ese fue el señor Dean Cornwell. Pintor al óleo cuyas imágenes resultaron ser perfectas para ilustrar libros, anuncios y carteles. Así, durante la primera mitad del siglo XX fue una de las más importantes figuras de la ilustración norteamericana. De hecho, en el gremio se referían a Cornwell como el «Decano de los Ilustradores».
Nacido en Kentucky, Cornwell vio desde pequeño los dibujos técnicos de su padre, ingeniero civil. El dibujo técnico dio paso al artístico, y tras estudiar arte y adquirir la formación necesaria como pintor y muralista, Cornwell se convirtió en un artista muy demandado para ilustrar en revistas como Cosmopolitan, Harper’s Bazaar y demás.
Ilustró libros de Hemingway y Somerset Maugham realizó murales para la Biblioteca Pública de Los Ángeles y mil y una instituciones más, trabajó para Palmolive, Coca-Cola, Goodyear… fue presidente de la Sociedad de Ilustradores, de la Sociedad Nacional de Pintores Murales… El etcétera es apabullante.
En los años 20 era ya una leyenda. En 1926 firmó un contrato a largo plazo con Cosmopolitan por el inédito salario anual de 100.000 dólares, una brutalidad para la época.
Zurdo, virtuoso, genial, Dean Cornwell siempre tuvo una fuerte ética de trabajo: trabajaba diecisiete horas al día, siete días a la semana, por lo que son incontables sus obras de arte. Influyó, por supuesto en la obra de Rockwell, Leyendecker, Falter y demás vacas sagradas de la ilustración estadounidense.
Dean Cornwell murió el 4 de diciembre de 1960 en la ciudad de Nueva York.