Joachim Patinir
Flandes, 1480–1524
Tanto le fascinaba a este pintor flamenco el color verde que aquel que trate de identificar sus obras (apenas conservamos una media docena con su firma) está obligado a observar la presencia de este color y su progreso en los distintos planos de los cuadros que se le atribuyen. Destaca la majestuosidad y fiereza de sus paisajes, que siempre acaban por engullir a sus personajes (rara vez pintados por él mismo) y, si se descuida, al propio observador.
La naturaleza como fuerza más allá del contexto, y el eterno conflicto entre realidad y lirismo fueron también rasgos de este artista innovador, nacido entre Dinant y Bouvignes, de cuyos primeros treinta y cinco años tenemos pocas certezas, pero de quien sabemos que fue estrecho amigo de Durero, se casó con la hija del pintor Jan Buyst, era admirador de Gerard David, y miembro de la cofradía de Amberes desde 1515, ciudad donde permaneció hasta su muerte, con excepción de esporádicos viajes a los Países Bajos (lugar de sus segundas nupcias) e Italia.
A la variedad de planos cromáticos y la profundidad de campo (obtenida con el uso de ocres alternados con azules y verdes), agradecemos a la pureza de su técnica el modo de representar el agua, la densidad de unas rocas que parecen trasplantadas de un teatro, los fondos invadidos por una luz fantasmal, la posibilidad de que coexistan en un mismo lugar seres mitológicos, batallas infernales y personajes bíblicos. Si bien la perspectiva de quien contempla su obra suele ser la de un punto elevado (hay que señalar que Patinir pasaba olímpicamente de hacer apuntes del natural), nuestro pintor situaba el horizonte alto y bien marcado, lo que nos impide distanciarnos de lo que acontece en la escena.
En cuanto a su temática, tenía predilección por el pasaje de la Huida a Egipto (existen hasta siete variantes de diversos puntos de la historia, con especial atención al descanso en el viaje), y casi siempre incluía motivos como caminos sinuosos, ciudades a distancia, granjas y bosques, y colinas esféricas que le han valido a su autor la consideración de incuestionable maestro paisajístico. Si quieren ver la representación estática de esos instantes previos a una pesadilla, cuando no sabemos aún si estamos en el sueño o en una espesa realidad, este es su artista.