Matthias Grünewald
Alemania, 1455–1528
Si buscáis un artista oscuro, pero oscuro de verdad, Matthias Grünewald es vuestro hombre. Su obra (que fue exclusivamente religiosa), está llena de dolor, angustia, expresividad, sentimiento exagerado y escenas que algunos calificarían como sórdidas. Y muy poco o ningún clasicismo. Desde luego algo inusual para un artista del Renacimiento. Pero Matthias era del norte. De Baviera, para más señas, y ahí el sol brilla menos que en Florencia.
Precisamente por este estilo violento, a contracorriente y proto-expresionista, se podría calificar a Grünewald de visionario.
Si biografía es de difícil seguimiento. Tan oscura como su pintura. Se cree que nació en Wurzburgo, se intuye que fue pintor de la corte. Se sabe que era de religión luterana (que en esos años acababa de nacer) y se elucubra que fue un tipo retraído y melancólico, que acabó casándose infelizmente con una judía conversa que acabó endemoniada (!?). [1] Los historiadores lo tienen crudo, amplificándose el misterio.
Se entiende que no le faltó trabajo en Alemania. Pintó mucho, pero desgraciadamente sólo se conservan 10 pinturas de Grünewald. Y algún dibujo (el autorretrato que tenéis en la imagen, por ejemplo). Pero toda su obra fue admirada en el futuro, especialmente por los artistas más outsider (los que reinarían a finales del XIX y principios del XX). Percisamente, al final del siglo XIX, Grünewald fue redescubierto y se convirtió en una figura de culto.